La tuberculosis es una enfermedad infecto contagiosa causada por el bacilo Mycobacterium tuberculosis, que se propaga por el aire, como el resfrío. De no recibir tratamiento, una persona puede infectar a una media de 10 a 15 personas cada año. La infección se produce casi exclusivamente a través del aparato respiratorio luego de la inhalación de bacilos tuberculosos eliminados con la tos de un enfermo de tuberculosis pulmonar. Existen dos formas clínicas de manifestarse: la tuberculosis pulmonar y la extrapulmonar. Más del 80% de los casos tienen la primera localización y en los adultos la mayoría tiene baciloscopía positiva, lo que hace que sea altamente contagiosa, es decir que se contagia con la saliva. En caso de pasar de infección a enfermedad, las bacterias pueden afectar todo el organismo, en particular. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las bacterias atacan los pulmones: destruyen en forma gradual el tejido pulmonar, provocando la muerte por asfixia del enfermo si no recibe el tratamiento oportuno. Por su parte, la tuberculosis extrapulmonar puede afectar a muchos órganos tales como pleura, ganglios linfáticos, huesos y articulaciones, aparato urogenital, sistema nervioso (meningitis) e intestino, entre otros. En estos casos es más difícil el contagio.
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