Año CXXXVI
 Nº 49.784
Rosario,
lunes  17 de
marzo de 2003
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Opinión: Dejar de regalar los partidos

Mauricio Tallone / Ovación

Newell's mejoró, quiso, mostró un perfil de equipo con alma y debió ganar el sábado a la noche frente a Independiente. He allí un dato impostergable para afrontar cualquier análisis sin el fragor que se siente en el pospartido. Por eso en lugar de ese puntito que hoy huele a carne de estadística, los rojinegros hicieron méritos suficientes para alzarse con los tres. Hasta ahí nada que altere la lectura que se hizo en su momento y cuando la igualdad estaba recién sacadita del horno.
Hecha esa aclaración y puesto negro sobre blanco en la superioridad manifiesta, ahora quedan por desmenuzar los yerros garrafales de Newell's, ya que al fin de cuenta fueron los que determinaron que la balanza no se inclinara para el lado de la victoria.
Y en esta instancia de la puesta en escena todas las culpabilidades le caben al equipo de Veira. El fútbol suele ser democrático con algunos equipos pero tampoco es cuestión de agarrarle la mano para caminar en el pantano de los errores.
Newell's estuvo tan regalón en el Coloso que propició un récord pocas veces visto en una cancha: Independiente convirtió dos goles sin haber generado una jugada de real riesgo para el arco de Palos.
Un simple repaso de las situaciones que gozaron los visitantes ayudan a consolidar la ecuación. El único registro con pretensión de complicar al reemplazante de Passet fue un cabezazo del ex Newell's Castagno Suárez en el primer tiempo. Todo lo que vino después casi que ni vale la pena darse la cabeza contra la pared para buscarle la vuelta porque tanto el empate del Negro Domínguez en contra como el desnivel que provocó Palos al no ponerle las manos al cabezazo de Pusineri, tropiezan con la conclusión de que Newell's es un equipo que sucumbe demasiado fácil ante la adversidad. Y lo que es mucho peor, sus contrariedades lo están abrumando con tal contundencia que ya les hicieron escapar partidos controlados, al menos, desde los merecimientos.
Le pasó en menor medida contra River en la primera fecha, repitió ese estigma frente a Huracán dejándose empatar tontamente en el minuto de descuento y cerró el círculo de fatalidades el sábado al entregarle dos goles a Independiente con una facilidad asombrosa.
Ahora la cita es el clásico y el equipo del Bambino está ante la gran chance de detener esta corriente que lo persigue en el partido que siempre golpea los extremos. Frente a Central no sólo está obligado a reincidir en el convincente funcionamiento que puso a consideración de su gente frente al Rojo, sino que deberá ingeniársela para traspasar la cadena de errores al paso firme que trae el equipo de Russo.


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