Anna Tomforde
Londres. - Todo apunta en estos momentos en Londres a que también el gobierno británico ve próximo el fin de la diplomacia en torno a la crisis iraquí. Tras el claro "no" de los franceses al plan de seis puntos del primer ministro, Tony Blair, para Irak, se esfumó en Downing Street la esperanza de una nueva resolución con la que el premier británico quería reforzar internamente su marcha con Estados Unidos hacia la guerra. También la fría reacción de Washington a las propuestas fueron un balde de agua fría para Blair. El diario Times veía ayer al primer ministro como un "mártir". El punto de inflexión en la crisis iraquí se hizo palpable cuando Blair hizo llamar ayer al líder de la oposición conservadora, Ian Duncan Smith. Este tipo de consultas sólo se producen en momentos de auténtica crisis. Cuando, tras la reunión, el ex oficial del ejército Duncan Smith dijo con el semblante serio que reza "por las fuerzas militares británicas y sus familias", para la emisora BBC la cosa estaba clara: "Acaba de comenzar la última cuenta atrás para la guerra". El plan de seis puntos, en el que Blair demanda entre otros que Saddam Hussein admita públicamente que posee armas de destrucción masiva (luego retirado por el ministro de Exterior, Jack Straw), fue a juicio de los observadores el último intento desesperado del premier británico por lograr una segunda resolución de Naciones Unidas. Según la interpretación británica el plan, pese a haber sido recibido con frialdad y rechazo, seguirá sobre la mesa. Independientemente de si figuran formalmente en una resolución de la ONU o no, las demandas previstas en el plan podrían ser utilizadas como "pruebas" de la falta de cooperación de Saddam Hussein, se dijo en círculos gubernamentales. Entretanto, Blair y Straw, se acercan cada vez más a la postura norteamericana, que afirma que la primera resolución, la 1.441, es suficiente para justificar una acción armada en Irak. "Todos saben que la resolución 1.441 significa una amenaza consensuada de consecuencias graves", volvió a resaltar Straw. En Londres, casi nadie duda ya de que pese a los peligros que materia de política doméstica que le supondría, Blair está dispuesto a marchar a la guerra sin una segunda resolución. Contra un veto -o contra varios- ya se ha preparado, alegando que un "bloqueo injustificado" de la demanda de la ONU de que Irak se desarme no puede ser aceptado. (DPA)
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