Que este Boca Juniors es tan práctico como su entrenador Carlos Bianchi no es una novedad, pero si además se le brindan facilidades como ayer Estudiantes, al que superó por 2 a 0, entonces sus chances en el Clausura son enormes, pese a la rotación de jugadores por la Libertadores. Pero además el técnico estudiantil Oscar Malbernat, aferrado a los perimidos conceptos bilardistas de conservar el cero en su arco, le armó el partido a Boca con una defensa excesivamente rústica, integrada por cuatro jugadores de mal pie y sumamente lentos para contener a los livianos Delgado y Estévez. Y claro, que a los 7 minutos ya los boquenses estuvieran 2 a 0 no extrañó a nadie, y el olor a goleada enmudeció por esos momentos a la parcialidad local. Y los dos tantos fueron una clara muestra de esta circunstancia: a los 3' se fue Estévez por derecha quebrando la oposición de Krupoviesa y tras pasar por Villarreal, la pelota terminó en la zurda de Delgado, quien tocó al gol, pero la pelota dio en el palo derecho y el rebote lo metió Angeleri. El segundo fue otro desborde el ex San Lorenzo y una habilitación hacia atrás para la entrada de Villarreal que el cordobés definió con un derechazo. Sin Ezequiel González ni Guillermo Barros Schelotto, ambos en el banco, y con un intrascendente Carlos Tevez en la cancha, igual Boca se las arregló para llegar. El segundo tiempo fue otra cosa. Otro partido, pese a que Malbernat intentó darle a su equipo un atisbo más de posibilidades ofensivas con los ingresos de Rodolfo Aquino (en realidad fue volante por volante) y el pibe Lugüercio por Pavone (delantero por delantero). Si bien no fue un acto de osadía ni mucho menos lo del entrenador estudiantil, por lo menos el atacante, aunque embarullado, generó más peligro que su reemplazado, mientras que el ex Newell's y Colón le otorgó al mediocampo albirrojo una dinámica que no tenía. Claro que con estas dos golondrinas a Estudiantes no le alcanzó para hacer verano y cuando tuvo la oportunidad de acercarse en el marcador, a los 17', el árbitro Gabriel Favale ignoró un claro penal de Diego Crosa a Ernesto Farías. Claro que esto en definitiva terminó siendo una anécdota, porque siempre Boca fue infinitamente superior, supo cuándo moderar esfuerzos y con practicidad se quedó con toda la plata. (DyN)
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