Pablo F. Mihal / Ovación
Sin jugar bien y mostrando sólo por momentos buen rugby, el conjunto de la ciudad alcanzó ayer su objetivo que era ganar y sumar un bonus. Por la segunda fecha del Campeonato Argentino venció a Córdoba por 34 a 23, tras ochenta minutos que dejaron varios puntos para el análisis. Si bien era sabido que Córdoba presentaba un equipo disminuido, también era cierto que el conjunto cordobés complicaría a Rosario. De hecho, Los Dogos jugaron mucho más sueltos que ante Buenos Aires y supieron aprovechar muy bien los regalos involuntarios que Rosario le dio. El partido con Tucumán le había demandado a los rosarinos un pico de concentración que ayer no exhibió. Rosario arrancó muy bien, proponiendo el juego en terreno contrario dando las primeras puntadas con los forwards, obligando a la visita a defenderse y también a equivocarse. Pero se relajó y permitió que el conjunto mediterráneo aprovechara muy bien el protagonismo que el dueño de casa le cedía. Los forwards cordobeses comenzaron a ganar la pulseada (sobre todo la que se libraba en el scrum) y fue la visita quien vulneró por primera vez el ingoal. Fue un llamado de atención que Rosario tardó demasiado en comprender, tanto como que el negocio estaba por las puntas. Precisamente abriendo la pelota hacia los extremos, de tres cuartos de cancha hacia adelante, Rosario era una aplanadora y hasta se dio el lujo de mostrar un juego exquisito y de muchos pases, fiel a su escuela. Así llegaron los tries de Preumayr y del Monito Spirandelli que invitaban a soñar. Sin jugar bien, Rosario sumaba ayudado en parte por un rival que cuando tuvo la pelota no supo qué hacer. Antes que termine el parcial, la lluvia entró en escena como la convidada de piedra, agregando un ingrediente extra a un partido de trámite bastante pobre. En el segundo tiempo Córdoba levantó, pegó primero y casi duerme a Rosario, que vio como las camisetas rojas se iban adueñando del panorama. Como se esperaba, los delanteros visitantes comenzaron a incursionar con más insistencia en la última línea rosarina, que por momentos se vio desbordada. Parecía una pesadilla. A los 11' del complemento Córdoba había equilibrado la balanza y el panorama no se presentaba muy alentador, sino todo lo contrario. A Rosario el partido se le complicó demasiado. Córdoba lo atacaba por todos lados y se vio obligado a cerrar el juego, por lo que intentar abrir rápido la pelota pasó a un segundo plano. Lo que no podía con juego, los Dogos los conseguían a sangre. El ingreso de Farré (en lugar del lesionado Ignacio Bassetti) le dio otra fisonomía al ataque. El wing de Duendes aprovechó bien sus chances y pasado el cuarto de hora apoyó volviendo a quebrar la paridad del encuentro. Fue un punto de inflexión porque Rosario volvió a la premisa de jugar en campo rival y se instaló cerca del ingoal, donde comenzó a asfixiarlo. Casi sobre la hora, un try penal concedido a Rosario por una infracción de Rusculleda (paradójicamente el mejor jugador cordobés) posibilitó que el dueño de casa estirara la diferencia y sume un importantísimo bonus que lo deja con las posibilidades intactas de seguir dando lucha.
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