Doha/El Cairo. - Con una tranquilidad estoica, el representante del presidente iraquí Saddam Hussein, Izzat Ibrahim, lee el texto preparado previamente. Los representantes de los otros 56 países miembro de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) presentes en la cumbre extraordinaria de Doha lo escuchan atentamente. Y es que todos quieren saber cómo van a reaccionar él y el ministro del Exterior iraquí, Nayi Sabri, sentado detrás de él, al ataque frontal de los kuwaitíes. Tan sólo unos pocos minutos antes, el ministro del Exterior de Kuwait, Sabah al Ahmed al Sabah, había instado a la cúpula iraquí, a la que también pertenecen Ibrahim y Sabri, a dimitir de forma voluntaria para ahorrarle a la región una guerra devastadora. Pero, en un momento dado, Ibrahim, delicado de salud y pálido como una sábana, no puede contenerse más. "¡Mentiroso!", le grita el ministro de Información kuwaití, Ahmed Fahd al Sabah, desde el otro lado de la sala. "¡Cállese, pequeño mono!", le responde iracundo el iraquí, y da comienzo así a una retahíla de insultos: "¡Traidor, agente, cómplice de los imperialistas (norteamericanos) y de los sionistas!", surge de la boca de Ibrahim, que pertenece al círculo íntimo de Saddam Hussein. El ministro de Información kuwaití se levanta y agita una pequeña bandera de su país. La boca de su colega de Exterior, en cuyo país se encuentran casi 150.000 soldados estadounidenses y británicos preparándose para una probable próxima guerra contra el régimen iraquí, dibuja entre tanto una sonrisa sarcástica. Al igual que durante la cumbre de la Liga Arabe del fin de semana pasado en Sharm el Sheik, Egipto, consiguió evitar con buenas palabras que los representantes de Arabia Saudita e Irak abandonaran la sala, ahora se requieren las habilidades diplomáticas del anfitrión del encuentro, el emir qatarí Hamad bin Jalifa Al Thani, para controlar la situación. "Hermano Izzat, tranquilícese", pide cuando los iraquíes se quejan de que los kuwaitíes puedan difundir ante las cámaras sus "infames mentiras". Los países islámicos no pueden obligar a que dimita la cúpula iraquí y por lo tanto tampoco lo han exigido en su declaración final. Pero la delegación iraquí pudo sentir en Doha que la propuesta de los Emiratos Arabes Unidos de enviarlos junto a Saddam Hussein al exilio, ha encontrado ya algunos seguidores. También la idea presentada por Irán de que, para evitar una guerra, la cúpula iraquí inicie reformas y deje participar en el gobierno a la oposición fue discutida seriamente al margen del encuentro de la OCI. Para la delegación iraquí, viajar a Doha fue casi como meterse en la boca del lobo. Y es que esta cumbre extraordinaria de la OCI tuvo lugar a tan sólo unos pocos kilómetros del nuevo centro de comando del ejército estadounidense en Qatar. Desde ese lugar, el general Tommy Franks dirigirá la guerra contra Irak. (DPA)
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