La ausencia de más de un cuarto de los legisladores nacionales, entre ellos la mayoría de los menemistas y la candidata presidencial del ARI, Elisa Carrió, y la excesiva adrenalina que varios legisladores del PJ bonaerense pusieron para acompañar el discurso del presidente Eduardo Duhalde fueron dos de las características sobresalientes de la Asamblea Legislativa. Argumentando que se trataba de un sábado y que varios de los actuales legisladores nacionales están realizando campaña en sus respectivos distritos, voceros y allegados a los legisladores ausentes intentaban justificar las más de cien bancas vacías (sobre un total de 330) durante el discurso del presidente. La numerosa ausencia quedó de manifiesto en un detalle organizativo: esta vez no hubo que agregar sillas en el recinto de Diputados para que se sentaran los senadores. Es más: los integrantes de la Cámara alta se ubicaron en las bancas y, aún así, sobraron más de treinta lugares. Entre los que no estuvieron, el menemismo tomó la delantera con sólo cinco diputados y dos senadores, en una muestra más de que la interna del peronismo no perdona ni siquiera a la Asamblea Legislativa. Un caso curioso lo marcó el menemista cordobés Oscar González, que explicó a través de la gente de su despacho que no pudo llegar a Buenos Aires porque "se demoró el avión", aunque no dejó de redactar una gacetilla de crítica al discurso de Duhalde, que fue repartida apenas terminó la sesión. Por el lado de los candidatos con aspiraciones presidenciales que actualmente son legisladores, sólo faltó la diputada Carrió, y parte del sector de diputados que la acompañan, como la flamante candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires, Graciela Ocaña. Sus pares Alfredo Bravo (del socialismo) y Leopoldo Moreau (del radicalismo), en cambio, participaron de la sesión junto a sus compañeros de fórmula: el diputado santafesino Rubén Giustiniani y el senador misionero Mario Losada, respectivamente. Las ausencias en las bancas se compensaron con la presencia de ministros que colmaron una de las bandejas contiguas a la presidencia del cuerpo. Allí se ubicaron el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof; el ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Ruckauf; de Economía, Roberto Lavagna; de Interior, Jorge Matzkin; de Producción, Aníbal Fernández; de Trabajo, Graciela Camaño; de Desarrollo Social, Nélida Doga; de Educación, Graciela Giannettasio y de Salud, Ginés González García. A estos funcionarios se sumaron el gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, y la esposa del presidente, Hilda Duhalde, conformando así un grupo en el que prevalecía la mayoría de candidatos a cargos electivos por la provincia de Buenos Aires para las próximas elecciones. Pero los más fieles representantes del peronismo bonaerense estuvieron en las bancas: Lorenzo Pepe y José María Díaz Bancalari se encargaban de comenzar con los aplausos cada vez que el presidente culminaba alguna frase, fuera o no vehemente. En cinco o seis oportunidades motivaron al resto de la bancada peronista, pero en otras dos o tres veces sólo lograron el seguimiento de diez o quince legisladores que estaban a sus alrededores y que tibiamente golpearon sus manos para no dejarlos solos.
| |