"Será un documental que se verá en el mundo entero", tales los escuetos primeros comentarios que llegaron a la Cancillería argentina, hace un año, cuando todavía el embajador en Washington era Diego Guelar. Luego vinieron los detalles de una propuesta plagada de ribetes emotivos: se emprendería la búsqueda del crucero ARA General Belgrano y la National Geographic Society, la misma que venía con el ofrecimiento bajo el brazo, se encargaría de todos los costos, de aportar la tecnología necesaria y de llevar hasta el sur argentino al personal especializado en la materia. Hoy, las heridas siguen abiertas. De todas formas, la iniciativa parecía contar con todo el prestigio, rigor y seriedad necesarios. Pasaron algunos meses desde aquel primer contacto en Washington y las instituciones involucradas para materializar aquella expedición fueron interviniendo. Cancillería, Defensa y Armada Argentina fueron los principales artífices de la autorización legal necesaria, que no se agotaría en el permiso jurídico para sumergirse en aguas argentinas. Con los datos técnicos aportados por la Armada, la NGS deberá hacer el resto. La misión intentará rescatar algún elemento del buque, que la Armada destinará al Museo Naval. Los expedicionarios son optimistas pero prefieren la cautela antes que la promoción. La apuesta es fuerte y el destino, en rigor de verdad, incierto. La ubicación que se maneja del Belgrano no deja de ser aproximativa y el éxito de la operación dista de estar asegurado. De todas formas, se produzca o no el ansiado hallazgo, la expedición será totalmente filmada para un futuro documental con final abierto, sin un guión definitivo y con los veteranos de guerra ingleses y argentinos participando de la expedición.
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