El presidente del Concejo municipal, Rafael Ielpi, se presentará a la Justicia pasado mañana para pedir que se investigue si alguien le pidió al dueño de una estación de servicio una coima de 10 mil dólares a cambio de destrabar un trámite. El caso explotó en la sesión del jueves pasado cuando el radical Federico Steiger aseguró que "uno de los dos propietarios" de la EG3 de 27 de Febrero y diagonal Primera Junta (casi Maipú) le relató que un intermediario le había pedido el dinero para aprobar un expediente. Se trata de un convenio por el cual el terreno donde se levanta la estación (media manzana que antes era de Ferrocarriles) pase a dominio efectivo de los titulares del negocio.
Ielpi se mostró tranquilo frente a un suceso que vuelve a echar sombras sobre la imagen del cuerpo: "Es una denuncia grave, habrá que ver la entidad que tiene. Por ahora todo es vaporoso; no saben bien quién fue, no lo pueden identificar, me dicen que en las estaciones hay un circuito de cámaras y video pero no sabemos si está la grabación de la persona. Ojalá estuviera", advirtió.
Luego apuntó que también citó para el lunes a los estacioneros para que den detalles en el Concejo. Pero ayer se especulaba con que los empresarios podrían no concurrir. "No habrá que preocuparse; seguramente tendrán que ir a la Justicia cuando sean citados", señaló Ielpi.
El recuerdo de Steiger
Steiger fue quien dio cuenta en la sesión pasada del presunto pedido de 10 mil dólares para destrabar el expediente en el Concejo, aunque en el momento de relatar el hecho tuvo dificultades para recordar cómo había tenido acceso a la información. En diálogo con La Capital dijo que apenas se enteró se lo comunicó a Ielpi y al titular de la comisión de Planeamiento, Oscar Urruty.
-Steiger, ¿cómo puede ser que usted olvidara el nombre del empresario que lo había llamado? En la sesión, Jorge Boasso decía que era "el fantasma de la ópera" y Alberto Joaquín proponía recurrir al identificador de llamadas de su celular.
-Al principio no me acordaba porque era un apellido difícil; pero luego lo dí: Dobkin (Artemio) o Kozenitzky (Alberto), los dos socios.
-¿Y de acuerdo al tenor del relato, el empresario estaba enojado? \-Yo noté que estaba realmente ofuscado, que el hecho se produjo. Y además el llamado fue como un gesto de confianza hacia mi persona.
-¿Cuándo lo llamaron? \-El jueves de la semana pasada. Se lo conté a Ielpi a los cinco minutos y después a Oscar Urruty que preside la comisión de Planeamiento.
Urruty, en tanto, admitió que a él también uno de los dueños le había hablado del pedido de coima. "Me lo contó accidentalmente mientras me encontraba cargando combustible. Pero era todo muy difuso, muy vago. Lo que cabe preguntarse es por qué no fueron a fondo a ver quién era el que les estaba haciendo el pedido; por qué no trataron de desenmascararlo".
Jorge Boasso, por último, confesó sentirse "asqueado" por todo lo que estaba pasando. "Es un circo que arman los que no tienen cojones para ir a la Justicia. Lo de la sesión del jueves resultó poco serio; me quería ir del recinto porque lo que se estaba discutiendo daba asco", opinó.
Mientras todo sucede otros razonan que todas las partes están perdiendo: los estacioneros que no logran el terreno; la Municipalidad, que no se asegura un predio tres veces más grande y frente al río (ver aparte), y el Onabe (organismo liquidador de ferrocarriles) que deberá defenderse de un juicio millonario.