Año CXXXVI
 Nº 49.761
Rosario,
sábado  22 de
febrero de 2003
Min 18º
Máx 29º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Demencial ataque de dos asaltantes en una despensa familiar de Empalme
Un ladrón puso a un comerciante de rodillas y le disparó ante su esposa
Fue un escopetazo por la espalda que le dejó una gravísima herida en un pulmón. Estaba en terapia intensiva

Paola Irurtia / La Capital

Un comerciante de 33 años peleaba ayer por su vida en el Hospital Eva Perón como consecuencia de un escopetazo. Fue herido por dos ladrones jóvenes que lo hicieron arrodillar junto a su esposa en el dormitorio de su casa y le dispararon de espaldas, a quemarropa. Algo que resolvieron al no hallar dinero en el lugar, donde ambos también tienen instalada la granja en la que trabajan, en Provincias Unidas 1240 bis. La mujer, enceguecida, enfrentó a los maleantes y hasta desarmó la escopeta, de fabricación casera, al ladrón que había abierto fuego contra su esposo. Después los delincuentes escaparon y ella quedó sola con su compañero envuelto en sangre.
El comerciante herido es José Luis Scolastrichi, que vive desde hace nueve años con Isabel Gastral, de 30 años. La noche del jueves miraban televisión cuando sonó el timbre en el negocio. Eran las 23, pero la pareja trabaja sin horario en el local, e Isabel se levantó a abrir la puerta. José Luis fue tras ella, como siempre, por seguridad.
Los dos hombres frente a la puerta hicieron un pedido cualquiera que Isabel se dispuso a cumplir y, confiada, les abrió paso. Uno de los ladrones se aferró a ella y le puso un punzón en el cuello. El otro fue por José Luis, con la escopeta en la mano.
Revisaron la registradora, pero no había dinero, contó Isabel. Entonces, tras amenazarlos, los llevaron hacia adentro. Los dejaron en el dormitorio, donde los obligaron a ponerse de rodillas y comenzaron a revolver toda la casa. Pero tampoco había dinero en la vivienda. "Son una pareja humilde, cosen zapatos para poder vivir", dijo, como si fuera necesario abundar en explicaciones, una tía que acompañaba a Isabel en la angustiante espera que llevaba ayer al mediodía en la sala de espera frente a la sala de terapia intensiva del Eva Perón.
Isabel recuerda a los ladrones que hirieron a su esposo como dos hombres de no más de 24 años, con los ojos vidriosos, y enardecidos porque no encontraban el dinero que buscaban. En ese estado los vio entrar en el dormitorio y dispararle, sin decir una sola palabra, a su compañero arrodillado. El estampido sacudió a Isabel que sin pensarlo se tiró sobre los ladrones. A golpes y patadas desarmó al que le había tirado a su esposo, le quitó el arma, la desarmó y dejó los pedazos tirados en el suelo que el maleante juntó como pudo antes de escapar.
En la pelea Isabel se alejó del dormitorio. Al volver, encontró a su esposo en medio de un reguero de sangre que aún no se despega de sus retinas. Es de las pocas cosas que recuerda claramente. Después pidió ayuda, llegaron una prima y una tía que no volvieron a alejarse de ella y luego la ambulancia que trasladó a su esposo al hospital de Granadero Baigorria.
José Luis fue intervenido de urgencia. La herida de la escopeta le dejó un orificio de 4 centímetros de diámetro en la parte superior de la espalda, pero los perdigones le provocaron la fractura de varias costillas y la mayoría quedaron alojados en el pulmón. Los médicos le aplicaron dos drenajes para limpiar el órgano de sangre y aire. Ayer esperaban la evolución de la lesión, que le afectó seriamente su capacidad respiratoria. Su pronóstico era reservado y en el hospital requirieron dadores de sangre factor B positivo, que los familiares se empeñaban en conseguir.
En tanto, en la comisaría 20ª contaban con pocos elementos para dilucidar los responsables del sangriento ataque. "Los datos son escasos y a esa hora había poca gente en la calle", indicó un vocero de la seccional a cargo de la investigación.



Isabel Gastral, esposa del comerciante, junto a su tía.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
El horror repetido
Diario La Capital todos los derechos reservados