El reclamo permanente por una educación de calidad, igualitaria y equitativa fue el punto en común de las conclusiones de dos acontecimientos significativos para la educación mundial, en especial de Latinoamérica. Uno y otro reafirmaron -una vez más- los reclamos y necesidades educativas del subcontinente.
Por un lado, el II Foro Mundial de la Educación realizado a fines de enero en Porto Alegre -en coincidencia con el Foro Social- que reunió a más de 15 mil educadores de unos cien países; por otro, el Congreso de Pedagogía 2003 realizado en Cuba, que finalizó el 7 de febrero y que esta vez congregó a 4 mil educadores, representantes de 40 países.
En uno y otro encuentro la preocupación por garantizar la educación "pública, laica y gratuita de calidad para todas las mujeres y hombres del planeta" quedó manifestada en más de una declaración. El tema fue planteado en cada intervención, como la defensa de un derecho humano inalienable.
El foro reunido en la ciudad brasileña concluyó con una declaración, conocida como "Carta de Porto Alegre por una educación pública para todos", en la que se sugiere un plan de acción para avanzar en la construcción de una "utopía pedagógica por la Escuela Ciudadana, de responsabilidad del Estado, en el interior de una Ciudad Educadora".
En esta declaración se manifiesta un rechazo unánime hacia lo que llaman una cultura de guerra y de la violencia, mientras en contraposición resaltan un compromiso hacia la cultura de paz y de la solidaridad.
No es casual que los asistentes al foro hayan acordado también reiterar su repudio contra cualquier forma de mercantilización de la educación. En varias oportunidades, los educadores de los países de la región, entre ellos la Argentina, advirtieron sobre los intentos constantes de la Organización Mundial del Comercio (OMC) de querer hacer de la educación pública un bien comerciable.
Al respecto, la Carta condena "la apropiación privada del conocimiento científico y tecnológico", por cuanto se trata de una riqueza producida socialmente y que por lo tanto debe ser usada en ese mismo sentido.
La igualdad y calidad también atañen en estos acuerdos a la educación superior. De manera explícita, la Carta propone "garantizar el derecho, el acceso y la calidad social de la educación superior, en sus dimensiones de enseñanza, investigación y extensión, en todas y todos los que la demanden".
Las garantías
Tampoco es casual que se haya proclamado en la Carta de Porto Alegre la búsqueda de un compromiso para garantizar la educación infantil y la universalización y acceso a la educación básica y secundaria. Traducidos en números y datos, el pedido tiene su reflejo en los 110 millones de jóvenes y adultos que no han culminado todavía su educación primaria; o bien se recuerdan cifras alarmantes aportadas por los propios ministros de Educación de la región (América latina y el Caribe) a fines del año pasado, en una reunión realizada en La Habana.
Tal informe señalaba que en varios de los países regionales "el 20% de los niños que ingresó a la escuela no llegó al sexto grado", y que, en general, "ningún país de la región ha logrado aún cumplir con el compromiso de obligatoriedad de la educación para todos declarada en las propias constituciones".
La atención a la diversidad y a las diferencias, la problemática de la escuela rural y los derechos de los trabajadores de la educación también fueron temas atendidos en el documento elaborado en Porto Alegre. Así aparece la elaboración de una plataforma mundial de educación como una de las metas programadas en este plan de acción, y para el que se promete la realización de foros regionales.
Más orientado a analizar las funciones de la enseñanza y el aprendizaje en sus distintos niveles, Pedagogía 2003 -realizado entre el 3 y el 7 de febrero en La Habana- se constituyó en una alternativa de encuentro para las experiencias educativas latinoamericanas. Auspiciado por Unicef, Unesco y organizaciones oficiales y no gubernamentales, el congreso reclamó por la consolidación de un proyecto pedagógico común a los intereses regionales.
Un recorrido por las crónicas periodísticas que cubrieron día a día el encuentro señalan también varios puntos de acuerdo surgidos de los debates científicos y pedagógicos que se dieron en el congreso: la necesidad de unir a los educadores del mundo y la búsqueda de una raíz común que haga de hilo conductor para una educación de calidad y para todos.
Al igual que la declaración del Foro, Pedagogía 2003 concluyó -entre otras definiciones- que "sin educación y cultura no hay libertad ni desarrollo posibles".