El resultado ahora divulgado sobre la verdadera identidad biológica de Carlos Peralta, el chico adoptado en la Argentina por el matrimonio andaluz, pudo haberse conocido mucho antes si Pineda y su esposa no se hubieran negado durante mucho tiempo a aprobar los exámenes genéticos. La negativa de los españoles a responder a las pruebas ordenadas por el juez Caterina fue tan cerrada que el magistrado llegó a pedir la captura internacional de ambos. Recién entonces la pareja aceptó, luego de muchos cabildeos, con una condición no negociable: que los estudios se hicieran en España y no en la Argentina. Hubo otros factores decisivos para que las pruebas finalmente se hicieran: uno de ellos es la tenaz participación de funcionarios de la Cancillería argentina para realizar gestiones ante el Ministerio de Justicia de España, y otro es la predisposición de una magistrada andaluza que hizo lugar al pedido de Caterina. La comparación del material genético se hizo bajo las condiciones impuestas por Peralta y su esposa. Muestras de sangre seca de García fueron enviadas al Instituto de Toxicología de Sevilla a mediados del año pasado, y después Lorena García viajó personalmente a pedido de la pareja. Peralta y su mujer pagaron todos los gastos de la estadía aunque se negaron a que Alba Torres también viajara. Para ellos no había razones para comparar su sangre con la del niño Carlos porque estaban convencidos de que es hijo de García. Una muestra de sangre de Carlos viajó a su vez a la Argentina. Fue con ese material que aquí se comparó el material genético del chico con dos muestras de Lorena y una de Torres. Los resultados de las pruebas hacen caer las imputaciones por sustracción de identidad y otros delitos contra los españoles y complican, en cambio, al juez chaqueño que otorgó una adopción plagada de irregularidades. Ahora el que quedará bajo la lupa de la justicia es el magistrado que firmó la entrega del niño, que en el pasado ya afrontó exitosamente un jury por la misma causa en su provincia.
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