Washington. - Incluso tras el último informe presentado el viernes por los inspectores de armas, Hans Blix, de Naciones Unidas, y Mohammed el Baradei, de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (Aiea), Estados Unidos tiene intención de dirimir la "cuestión iraquí" como máximo en cuestión de semanas.
La pregunta no es ya "si" se producirá una invasión del país del Golfo Pérsico sino "cuándo" se materializará la misma. Washington debe decidir entre una sola disyuntiva: la paz o la guerra.
Lo decía bien claro esta semana el presidente, George W.Bush, al amenazar con una cercana acción bélica. "Saddam Hussein es un peligro y por eso será desarmado, de una u otra manera".
A pesar de la precisión belicista del mandatario, los analistas consideran que Estados Unidos sigue empeñado en grandes esfuerzos por evitar una acción unilateral, o a lo más bilateral con Gran Bretaña, contra Bagdad y por eso sigue buscando el apoyo de Naciones Unidas en esta cuenta atrás de hecho para el conflicto.
Aunque crece en Estados Unidos el enojo por la resistencia de la mayoría del Consejo de Seguridad contra la guerra preventiva publicitada por Washington, la administración Bush no quiere renunciar a jugar durante el mayor tiempo posible el as de la política internacional.
En busca de una coalición
Bush lo sabe bien: cuanto más amplia sea la coalición internacional contra Irak en una guerra, mejor. Y los datos lo demuestran. En la última encuesta de la CNN, el 55% de los estadounidenses sería favorable a una acción militar previa aprobación de la ONU, mientras que el 40% es contrario. Pero esos guarismos muestran que tanto la Casa Blanca como la población estadounidense no piensan sólo en una acción militar sino en el período "post Saddam".
Sin el apoyo de otros países, la democratización y la reconstrucción de Irak tras la caída de Saddam Hussein sería muy difícil. En ese sentido, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, ya lo explicó al asegurar que Washington tiene con el país irrigado por el Tigris y el Eufrates un "compromiso a largo plazo". Sobre los costos de ese compromiso no pudo o no quiso hablar.
Pero la maquinaria bélica de Estados Unidos tiene todavía tiempo. El despliegue de tropas está en pleno auge, aunque aun no está completado.
Además, dicen los expertos, la "temperatura ideal para una guerra" en la zona del golfo Pérsico se da a mitad del mes de marzo hasta mitad de abril. Aunque, según precisaron varios generales estadounidenses, sus efectivos no tienen ningún condicionamiento climático para actuar.
El comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en el Golfo, general Tommy Franks, ya informó a la Casa Blanca, un día antes de la presentación del último informe de Blix y el Baradei, sobre el grado de preparación de los planes militares. No obstante, un portavoz del comando central estadounidense se apresuró a matizar que a pesar del grado de preparación de la maquinaria bélica estadounidense se sigue privilegiando la opción diplomática.
Después de que el presidente Bush explicara en septiembre pasado ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas su política sobre Irak, algunos de sus más estrechos asesores opina ahora que ya va siendo hora de que los miembros de Naciones Unidas se aproximen a las tesis presidenciales en el tema de Irak. Hasta la presentación del próximo informe de los inspectores, tienen tiempo de hacerlo.
Queda abierta la posibilidad, como desea Francia, de que se produzca una nueva presentación de pruebas por parte de Blix y Baradei. Estados Unidos, no obstante, es escéptico. Como ya apuntó esta semana el secretario de Estado, Colin Powell, Irak sólo está haciendo "teatro" ante la comunidad internacional.
Al menos nueve de los 15 miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas serían necesarios para la aprobación de una segunda resolución sobre Irak, que piden algunos de los miembros del Consejo. Y de momento, sólo Gran Bretaña, España, y Bulgaria han mostrado su apoyo sin fisuras a las posturas de Washington. Un veto por parte de Francia, China o Rusia, miembros permanentes, significaría automáticamente su rechazo.
Lo cierto es que son cada vez más fuertes las voces en la administración Bush que apuestan por la vía unilateral y consideran que la resolución, 1.441, con la amenaza de "graves consecuencias" para Irak en caso de incumplimiento, sería suficiente para desarmar a Irak por la fuerza.
Incluso -apuntan estos halcones- una nueva resolución en un tono más "débil", sin la mención específica de la amenaza del uso de la fuerza contra Irak, tampoco ataría las manos de Bush si decidiera lanzar la guerra preventiva. A este compromiso, se especula en Estados Unidos, estarían tal vez dispuestos los "resistentes" miembros del Consejo de Seguridad. (DPA)