Bruselas. - El secretario general de la Otán mostraba un semblante serio. "Sin duda alguna, es una situación difícil", dijo este escocés acostumbrado a las preocupaciones al comentar el duro golpe que acababan de infligir Francia, Bélgica y Alemania en el Consejo Atlántico. El pasado jueves Robertson aún estaba convencido de que a principios de esta semana los militares de la Otán por fin podrían empezar a planear su entrada en acción en el caso de una eventual guerra contra Irak. Sin esta convicción seguramente nunca habría introducido el procedimiento tan apreciado en la Otán de la aprobación silenciosa: si nadie hubiera puesto objeciones, la planificación habría empezado ayer de manera automática. Con esta suave presión -esperaba Robertson- Francia, Bélgica y Alemania se verían finalmente obligadas a cambiar de postura. Porque esta alianza militar no posee los métodos de decisión por mayoría sobre determinados países o la posibilidad de dar un ultimátum a las naciones miembro, sino que sólo actúa por unanimidad. Precisamente por eso, estos tres países, apoyados al principio también por Luxemburgo, han podido impedir desde hace más de tres semanas cualquier discusión oficial sobre una acción de la Otán en Irak. Tal como volvió a subrayar Robertson, no se trataba en ningún caso de un ataque militar contra Irak. Las propuestas, presentadas por EEUU, pretendían garantizar la seguridad de Turquía ante un eventual ataque del país vecino. Nadie quiere descartar la posibilidad de que Bagdad caiga en la tentación de realizar una acción de represalia de este tipo si desde suelo turco parten tropas estadounidenses contra Irak. Pero Berlín, París y Bruselas no quieren dar por el momento la impresión de que en la Otán ya se está planeando la guerra mientras en el Consejo de Seguridad dela ONU sigue abogando por la paz. "Vamos a bloquearlo", había advertido el temperamental ministro del Exterior belga, Louis Michel. Algunos países de la Otán y probablemente también el secretario general consideran esta "difícil situación" (según Robertson) desde un punto de vista distinto: la Otán está sumida ahora en una crisis de credibilidad, dijo el embajador norteamericano Nicolas Burns. Visto desde esta perspectiva, lo principal para la Otán no es el apoyo al rumbo tomado por EEUU en el conflicto de Irak, sino la protección del país del Bósforo miembro de la organización. También el gobierno de Ankara ha jugado con esta carta y ha solicitado consultas de acuerdo con el artículo 4 de la carta de la Alianza Atlántica. Según este artículo, cualquier país miembro de la Otán puede exigir consultas en el seno de la Alianza cuando considere amenazada su seguridad. Esto suena inofensivo, pero no es casualidad que a este artículo le siga el número 5, que compromete a todos los países de la Alianza Atlántica a apoyar a uno de sus miembros en caso de que sea agredido. Las consultas en el marco del artículo 4 pueden ser por tanto entendidas como una especie de advertencia interna. La presión a los gobiernos de París, Berlín y Bruselas va a aumentar. Una pequeña minoría muestra sus músculos y la mayoría -que también domina este juego- se vuelve impaciente frente a estos testarudos socios. Que esto es una prueba frente a una posible ruptura se hace obvio cuando el secretario general del organismo, a quien le gusta hacer bromas, dice abiertamente: "La situación es grave". (DPA)
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