Las asambleas de vecinos tienen inserción en todo Rosario. Por su cantidad están organizadas en zonales, que involucran a barrios con varias asambleas: centro, macrocentro, sur, oeste y norte. Su trabajo no descuida, entre otras tareas, dar respuestas concretas a problemáticas económicas. Así, en Arroyito pusieron en marcha una panificadora en forma cooperativa y en la plaza López una feria. Si bien emprendimientos similares se multiplican en toda la ciudad, uno de los asambleístas que visitó La Capital puso en claro que el movimiento que creció al son de las cacerolas tiene un proyecto que supera la tradicional actividad vecinalista: "Estamos para hacer política, no para ver si se aflojó una baldosa". Conscientes de que un cambio "en paz" no se hace de un día para otro, no manifiestan sorpresa de que los candidatos a suceder a Eduardo Duhalde sean todos integrantes de la vieja política. "El hecho de que no haya aparecido una alternativa clara posiblemente esté mostrando que la sociedad no quiere más de lo mismo, pero también de que algo se está preparando despacito". Siempre usando el condicional, se animan a afirmar que "se está gestando algo más complejo, algo que está más de acuerdo con el colapso de los partidos, de los personalismos". Mientras los candidatos renuevan sus discursos para conquistar a un escéptico electorado, en los barrios no pocos vecinos se juntan a discutir política. Los ejemplos surgen del foro: cómo instalar la revocatoria de mandato, la iniciativa popular "en serio, que una vez cumplidos con los requisitos mínimos dispare una consulta popular vinculante". "Debemos persuadir a la gente de que se puede pasar a otro tipo de democracia, esa es la didáctica que nos corresponde a las asambleas", propone Héctor, y acota: "En este momento en Rosario somos piñones fijos, y no nos coordina nadie. Tenemos que expandir eso hacia el resto de las organizaciones, y eficientizarla".
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