"No hay peor opinión en la democracia que la indiferencia", escribió un columnista porteño a propósito de la "apatía" de los norteamericanos que permitieron que George W. Bush llegara a la Casa Blanca. La sentencia no puede precisar mejor el espíritu que anima al asambleísmo barrial, que en Rosario logró un sorprendente afianzamiento.
Prueba de ello fue el III Encuentro Regional de Asambleas Barriales realizado el pasado 1º de febrero, del que participaron 30 organizaciones sociales y 16 asambleas. Durante la tarde de ese sábado caluroso, más de 150 vecinos colmaron el Teatro Popular de Arroyito y, en 12 mesas de discusión, debatieron el tema "Hacia la construcción de la unidad popular a partir de la diversidad". Cada grupo presentó sus conclusiones.
El tema debatido -consensuado por las asambleas convocantes- fue introducido por algunas preguntas disparadoras. Una de ellas: ¿por qué fracasaron las alianzas o frentes progresistas en Argentina? La cuestión es central para el movimiento asambleístico, que se propone funcionar bajo la consigna "unidad en la diversidad".
La Capital convocó a algunos asambleístas para que hagan un balance del encuentro. Juan y Osvaldo Martínez (de República de la Sexta y también de la Asamblea Provincial por el Derecho al Agua, APDA), Ariel Goldberg (Arroyito), Pablo Schulman (Plaza Maternidad) y Héctor López (Plaza Bélgica) convirtieron la entrevista en un foro de discusión, donde expresaron sus puntos de vista -coincidentes- y convicciones sobre un fenómeno que, para ellos, puede transformar el país.
No sin aclarar que hablaban a título personal, de entrada lanzaron una contundente aseveración: "Tenemos un proyecto político común: cambiar el país". Luego explicaron que "en ese camino estamos empezando, para ver en qué cosas estamos de acuerdo, y en las que no, empezar a discutir". También aclararon que "no hay un proyecto político partidario ni intenciones de convertir esto en un partido". No obstante, destacaron que esa es la opinión mayoritaria, aunque "dentro de la diversidad puede haber alguno que lo haga".
Las asambleas nacieron de un estallido social y bajo una consigna unánime: "Que se vayan todos". Dijeron que el eslogan está hoy más presente que nunca, pero que hay que darle un contenido porque "los que viven del negocio político no se van a ir solos". Afirmaron que precisamente eso es lo que comenzaron a hacer con el encuentro regional "Construir poder popular". Aclararon que del mismo deben participar "todos los sectores políticos progresistas" e incluso "toda la sociedad".
Sobre este punto introdujeron una de las conclusiones a las que arribó el foro: que todos los intentos por generar un movimiento popular fracasaron porque "se hicieron a la inversa, desde las cúpulas hacia abajo y priorizando motivos particulares en vez de los generales. Siempre primó la urgencia electoral, la coyuntura".
"Ponemos en primer plano lo importante y recién, en segundo, lo urgente", fue la inmediata acotación. Luego se recordó que el proceso que llevó a Lula Da Silva a la presidencia de Brasil demandó más de 13 años.
Una bisagra
Al analizar los resultados del encuentro, aseguraron que se trató de una "bisagra, porque las asambleas dejamos de trabajar sólo entre asambleas para convertirnos en motores de un gran encuentro social, incluso de organizaciones preexistentes, y muchas cuestionadas por nosotros".
Convocados por las asambleas, participaron del foro la Apda, grupos piqueteros como barrios de Pie, la CTA, el Centro Cultural de La Toma, el Taller Ecologista y el Colectivo Libertario de Pensamiento y Acción, entre otros.
Si bien este espacio de discusión (que continuará en marzo, posiblemente referido a las elecciones de abril) es coordinado y convocado por las asambleas con "un criterio de apertura máxima" ("debemos superar el eterno divisionismo que viene sufriendo el progresismo y que le es tan funcional al establishment", dijeron), quienes hablan en su nombre aseguran: "No nos queremos poner en maestros ciruela, pero mereceríamos una mirada particular respecto de cómo hemos resuelto el tema de convivencia, porque somos un verdadero mosaico de corrientes y acá estamos funcionando juntos".
"Pretendemos -afirmaron luego- contagiar esa convivencia al resto de las organizaciones, y esto a través de las reuniones, que han comenzado bien".
"Las asambleas tienen máxima credibilidad. Las construcciones se hacen con ladrillos y las asambleas tenemos el suficiente cemento para amalgamar los ladrillos de las organizaciones sociales que se vayan sumando", apunta uno de los asambleísta.
Convencidos de que la crisis es oportunidad y de que están aprovechando la oportunidad que les dio la crisis de diciembre de 2001, las asambleas no titubean al afirmar que se hace necesaria la creación de un frente popular.
Aunque estimaron que "seguramente las asambleas no están llamadas a liderar ese frente popular", consideraron que, "por su horizontalidad, están más dotadas para trabajar en el campo de la construcción de un nuevo control social".
Sobre esto comentaron que en una de las mesas del foro "surgió la idea de armar una especie de red sin centro, no sólo para evitar las hegemonías sino también para consolidar y combinar las tareas de las distintas asambleas y de las diversas organizaciones sociales".
Tras dialogar con los asambleístas queda claro que manejan una palabra clave: "horizontalidad", y que prefieren hablar de "compromiso" en vez de "militancia", aunque ésta tampoco les molesta y les cabría muy bien a hombres que usan buena parte de su tiempo libre en pro de un cambio.
Si bien insistieron en que entre sus obligaciones está la de "hacer difusión, didáctica, difundir ideas concretas para convencer a la gente de que se puede", no dejan de reconocer que su trabajo es "todo a pulmón" y que "mientras construyen el movimiento van construyendo las ideas".