Aquellos que nunca entraron a un cyber (locales de Internet) y ven desde la calle a personas totalmente concentradas y hablando con micrófonos, seguramente se preguntarán qué hacen. La respuesta es sencilla: están jugando. Desde la computadora cada participante puede encarnar, por ejemplo, a un terrorista que tiene como objetivo poner bombas de tiempo y lograr que exploten. Son los llamados juegos en red, donde la vieja modalidad de desafiar a la máquina ya casi desapareció; ahora los participantes arman equipos y juegan unos contra otros desde computadoras que están conectadas entre sí. Por eso se juntan en los cyber, porque ofrecen las máquinas suficientes como para poder armar una buena competencia. Y como cada vez son más los fanáticos, estos lugares se reproducen como hongos por toda la ciudad. Un ejemplo de esta tendencia: en cinco manzanas consecutivas del centro de Rosario hay instalados diez cybers.
Ya nadie discute que el furor de los cyber es un hecho. Uno de los testigos del boom es el dueño del primer local que se instaló hace dos años en Rosario. "Tuvimos que mudarnos de local porque el antiguo ya nos quedaba chico. Ahora contamos con 10 máquinas para navegar en Internet y 20 para los juegos en red", contó Mauricio Mónaco, del cyber que funciona las 24 horas en Córdoba al 2300.
De hecho, desde el negocio de venta de computadoras Airoldi también dan cuenta de este nuevo fenómeno. "En el último semestre de 2002 se vendió diez veces más que en ese mismo período de 2001", apuntó su dueño, Carlos Airoldi. Para el comerciante, el boom de los cyber tiene relación directa con la devaluación: "Como el precio de las computadoras se triplicó después de la crisis, cada vez se hace más difícil tener una máquina en casa, por eso muchos se vuelcan a estos locutorios".
Es que una hora para navegar en Internet o jugar en red cuesta en Rosario entre 0,75 y 2 pesos.
Según dicen los entendidos, para participar en los juegos en red sólo hay que tener conocimientos básicos de computación.
Ambiente especial
Lograr un ambiente especial para que los jugadores se sientan cómodos, esa es la consigna de los dueños de los cyber. En algunos es como ingresar a la galaxia: lugar semioscuro, luces violetas tenues, modulares de chapa y música de ambiente. Y en general, estos no tienen vidriera al público. Pero también están los iluminados, de madera y flores.
Salvando las diferencias, casi todos los locutorios cuentan con pantallas de 17 pulgadas -dos pulgadas más que las comunes- porque se pueden apreciar los detalles del juego con mejor calidad. Y ofrecen auriculares y micrófonos para que los participantes puedan recibir y dar órdenes a sus aliados. Claro que están los que mandan instrucciones a través del tradicional grito, pero no es lo más conveniente en estos espacios donde reina la concentración.
La mayoría de los habitués de los cyber son adolescentes -en su mayoría hombres-, pero también se puede encontrar a personas de 25 años para arriba.
Es más, padres e hijos encontraron en estos juegos una nueva forma para conectarse. Este es el caso de Luis Tasada, de 38 años, y Manuel, de 10. "Sé que a mi hijo le gustan mucho estos juegos, por eso vengo con él. En este ámbito manejamos los mismos códigos", contó Luis. Claro que poner límites al tiempo que se consume en los juegos en red no es nada fácil, porque para muchos es casi una adicción. "Venimos 6 horas por semana", precisó el hombre.
Pero no todos los jugadores tienen el mismo control del tiempo que Luis. "El récord que se vio en este local lo marcó una persona que estuvo 36 horas jugando", expresó Mauricio. Pero inmediatamente aclaró: "Esos son los profesionales, las personas que se entrenan para competir en torneos locales, nacionales e internacionales".
Es en los torneos donde el fanatismo por el juego se empieza a mezclar con el vil metal. En la última competencia que realizó el cyber de Córdoba al 2300, los ganadores se alzaron con un viaje a Bariloche (con siete días de estadía y todos los gastos pagos).
Tampoco es rara la unión de varios cyber de la ciudad para organizar un torneo. Cuatro negocios rosarinos están en eso: entre la última semana de febrero y la primera de marzo se realizará una competencia de Counter-Strike, el más top entre los juegos en red (ver aparte).
Por diversión
La mayoría de los participantes lo hace por diversión o para salir de la rutina. "En vez de andar en bici o de ir a otro lado vengo a jugar con los chicos del club", aseguró Brian Cooper, de 12 años, mientras mandaba instrucciones por medio de la máquina a sus compañeros de equipo.
Justamente por la interacción de los jugadores es que se crea una especie de "club social". Así lo describió Fernando Guevara, dueño de un cyber ubicado en San Luis al 500, quien aseguró que "hay días en que tenemos a 10 personas esperando turno afuera para jugar".
Es por eso que estos lugares se reproducen como hongos, para albergar a los viejos jugadores y también a los que se van sumando a esta movida. En una recorrida que realizó La Capital por las cinco manzanas encerradas en las calles de Corrientes, Mendoza, Entre Ríos y Pellegrini (con sus correspondientes trasversales) contó diez cyber. Y nueve de esos diez estaban ubicados sobre Entre Ríos y por Corrientes.
Si hay alguien que caracteriza tanto a fanáticos como a aquellos que buscan un rato de diversión es la concentración. Mientras juegan, es como si estuvieran aislados del mundo. Y molestarlos en el momento en que, por ejemplo, están desactivando una bomba puede ser imperdonable.