Chilavert, el hombre que vio el cuerpo sin vida de Claudio Espíndola, no sabía como controlar la violencia que le generó ser testigo de esa situación. "Ni un salvaje actúa de esa manera. Así hubiese sido ladrón no lo puede matar de ese modo", decía el hombre, que prefirió no dar si identidad. Chila, de 29 años, trabaja en seguridad en el Mercado de Concentración. Al salir del galpón caminó pálido y sin rumbo, hasta que denunció el crimen. Después quedó insomne, tomando mate con otros vecinos del barrio, incrédulos ante lo que había ocurrido. Los vecinos consideraban a Miguel Angel Cabrera un hombre tranquilo. Lo contrataban para algunos trabajos y, en ocasiones, compartían con él su comida. "Estuvo en mi casa muchas veces. Yo tengo un pibe, una mujer, siempre fue muy respetuoso con todos", comentaban incrédulos.
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