Las palabras brotaban de la boca del Bambino a borbotones, enérgicas, hirientes. Con su mirada intimidaba a los jugadores, que preferían mantener la cabeza gacha antes que encontrarse con el rostro lleno de furia del entrenador. Veira no podía ocultar su calentura por el pálido desempeño de los titulares en el partido de 90 minutos que perdieron frente a los suplentes 3 a 1 en la mañana de Bella Vista. Fue como si el retorno a Rosario les hubiera borrado los conceptos que intentó inculcarles durante la estadía en Mar del Plata. "Somos un equipo largo", "hay que tener personalidad", "acá nadie tiene el puesto asegurado y puede volar en cualquier momento", les recriminó el técnico tratando de llegar a lo más íntimo de cada uno de sus dirigidos. No se guardó nada. Después, en diálogo con los periodistas suavizó el enojo, justificó el reto al señalar que "hay momentos en que hay que hacerlos reaccionar" y aclaró que "no le genera preocupación" esta performance pese a que falta poco para el inicio del torneo. En la movida práctica rojinegra, el pobre rendimiento del equipo y la reacción del conductor rojinegro dejaron en un segundo plano la saludable actuación del Cuqui Silvani, que en apenas cuarenta y cinco minutos demostró que está en carrera para ser el acompañante ideal de Rosales. Apostado en el centro del campo de juego, y rodeado por los jugadores que permanecía sentados en el piso, el Bambino vociferó: "Somos un equipo catalogado por la gente sin alma y con actuaciones como estas lo reafirmamos". Los futbolistas escuchaban en absoluto silencio y no salían de su asombro. El Bambino descargaba con furia sus palabras y a viva voz, pese a la proximidad de los periodistas que apostados detrás del alambrado, y a unos cincuenta metros, escuchaban sin dificultad sus reprimendas. "Acá hay algunos que trasnochan y después se ahogan en las prácticas", pegó duro el Bambino, quien ya había expresado su malestar al respecto cuando al poco tiempo de llegar a la entidad del Parque decidió cambiar el turno de los entrenamientos por la mañana. Como era obvio, cuando el entrenador enfrentó los grabadores le quitó efervescencia a lo ocurrido minutos antes, y remarcó que sólo fue un llamado de atención. Los rostros de los jugadores una vez que se retiraron del predio de Bella Vista eran la muestra elocuente que había sido mucho más que un simple reto. El enojo del Bambino se justificó en la deshilachada imagen que dejó el equipo titular en el encuentro que disputaron contra los suplentes. Sin profundidad, regalando espacios para que los volantes rivales manejen el trámite a su antojo, fueron por demás de intrascendentes. Y tocaron fondo cuando Martínez le puso un centro medido a la cabeza de Lagorio que la puso junto al palo. La imagen cambió en parte en la segunda etapa cuando entró Silvani por Sacripanti. Tocando de primera, moviéndose con inteligencia y dando indicaciones como si hiciera rato que conociera a sus compañeros le dio mayor peso a la ofensiva. De un balón que robó en campo contrario derivó el empate de zurda de Rosales. Pero bien dicen que una golondrina no hace verano. Y uno solo no puede cambiar la historia. Otra vez aparecieron las dudas, la falta de actitud y de personalidad para tomar decisiones, salir a cortar o pedirla sin temor, y una gran distancia entre las líneas. "Si un jugador pasa la primera línea no puede pasar también la segunda. Tiene que terminar arriba de un árbol" graficó Veira para dejar en claro que no se puede dejar jugar con tanta libertad. El resultado de 3 a 1 a favor del conjunto alternativo, con goles convertidos por Lagorio, Elvio Martínez y Sacripanti (entró en el segundo tiempo para los suplentes) fue meramente anecdótico. Lo que no pasó por alto fue el desarrollo. Veira tomó debida nota. Y sus jugadores, después de soportar el "Día del Furia" del Bambino, tampoco lo olvidarán fácilmente. Los titulares jugaron con: Passet; Vella, Grabinski, Crosa y Adinolfi; Villar (Grech), Domínguez y Liendo (Belluschi); Manso; Rosales y Sacripanti (Silvani). Los suplentes lo hicieron con: Palos (Pocrnjic); Ruiz, Ré, Fernández y Grech (Martorell); Belluschi (Cafasso), Fondato y Domizi (Torres); Elvio Martínez; Saucedo y Lagorio (Sacripanti).
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