Bajo un calor insoportable se desarrolló la segunda cartelera en el hipódromo Independencia. Parece que las exigencias de los que tienen el "control" (llámese en este caso el circo palermitano) para que la rueda hípica en el escenario local siga andando pesa más que el sentido común. Precisamente en el Argentino y más en estos meses veraniegos, en las primeras competencias no hay "un alma" y la mayoría de los que acuden están guardados en los sectores aclimatados para la ocasión. En cambio en nuestro hipódromo, las comodidades brillan por su ausencia. Por un lado, los aficionados soportan como pueden los avatares del clima, y se olvidan que a ellos hay que brindales lo más cercano a un confort. Otro tanto ocurre con los encargados de brindar la información, quienes deben padecer en un reducto que se asemeja más a un sauna que a un palco de periodistas, la "canícula" a la que estamos sometidos por estos días. Es más, ayer un ejemplar fue desmontado en el transcurso de la carrera del simulcasting, cayendo a la pista extenuado. ¡Lástima que por ahora los caballos no hablan! El verano sigue azotando y ahora vendrán las carreras de febrero. Sería aconsejable que las carreras sean nocturnas y que el simulcasting lo realicen con la última prueba porteña. Total, para esa hora en los máximos tampoco hay mucha gente, y tanto Palermo como San Isidro no verían afectadas sus "arcas". Pasando al plano turfístico, el premio Flamenquilla hizo las veces de cotejo central y allí, el zaino Lendario continuó con su racha exitosa tras superar por 1 1/2 cuerpo a Demasiado, adueñándose de la prueba en los 100 metros finales. Vino encimando la carrera y al ingresar al derecho cargó por el centro de la pista para contener la arremetida interior de Demasiado.
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