Año CXXXVI
 Nº 49.727
Rosario,
domingo  19 de
enero de 2003
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Son hombres y mujeres que intentan volver a los dorados años de juventud
Pendeviejos: una onda que se expande entre los rosarinos de más de 40
Se visten como sus hijos y pasan horas en el gimnasio. Algunos recurren a las cirugías para "quitarse años"

Se visten como sus hijos y muchas veces se intercambian la ropa, hasta las prendas más ajustadas; están acorde con lo último en materia de peinados; se pasan horas en el gimnasio para modelar el cuerpo, y se retocan cualquier parte con la milagrosa cirugía estética. Tienen más de 40 años, pero no quieren envejecer. Son los llamados pendeviejos.
Se trata de "hombres y mujeres que intentan con desesperación volver a los 20 años". Por lo menos esa es la definición que da un hijo -molesto, por supuesto- acerca de la apariencia rejuvenecida de su padre. A lo que Sergio, el supuesto pendeviejo, responde: "No sé qué pretende mi hijo, ¿verme a los 48 años fumando pipa y leyendo el diario? Yo le digo que los tiempos cambiaron y se pone más nervioso". Claro, para su hijo Gonzalo, de 19, fue un shock verlo con bermudas amarillas casi fosforescentes al mejor estilo surfer. Pero peor fue acompañarlo a comprarlas: "Muy pocas veces sentí tanta vergüenza", confiesa el joven.
Gonzalo no es el único que experimenta ese sentimiento. María Laura trabaja en un negocio de ropa surfer (estilo que está de súper moda para muchos jóvenes y adolescentes) y muchas veces es testigo de las peleas entre padres e hijos: "Hay chicos que les prohíben a los padres comprarse determinada prenda. Pero también están los que se reparten, el padre se lleva una y el hijo otra", cuenta. Según la empleada, los mayores de 40 no les tienen miedo a ningún color, ni siquiera a los más flúo.
Para la mujer, comprar ropa en un negocio para adolescentes es uno de los síntomas más corrientes de la inclinación hacia lo juvenil. "Existe una moda para las de más de 40, pero las argentinas se resisten a vestirse como señoras", asegura la dueña de la agencia de modelos Nativa, María José Gindre. Por eso se rehúsan a las prendas sueltas como camisas o pantalones amplios y se atreven a los jeans ajustados y remeritas escotadas.
"¿Prendas sueltas? Ni ahí, piden todo al cuerpo, y cuanto más corto, mejor", cuentan Celeste y Natalia, empleadas de un negocio de ropa femenina. "Con los talles, deliran. En realidad necesitan por ejemplo un número 3 pero piden el 1. Y se los tenés que dar, aunque queden amatambradas", comentan.
La peluquería es otro lugar donde quedan al descubierto las aspiraciones a la eterna juventud. "Las mujeres y hombres mayores de 40 piden que los dejemos más jóvenes, es lo primero que dicen cuando llegan al salón", admite el estilista rosarino Rocco. Una forma de rejuvenecer es cambiar el color del cabello hacia tonos más claros para iluminar el rostro. "No van más las puntas rectas y para adentro, como solía usarse para mujeres que traspasan cierta edad", dice.
¿Quien dijo que los hombres no se pasan horas en la peluquería? Es así, y cada vez son más. "Vienen a alisarse y a aclararse el pelo. Muchos se hacen el color para taparse las canas", deschaba Rocco. Lo que se usa: el pelo desmechado y al hombro, pero tampoco todos se atreven, cada pendeviejo tiene su estilo.

¿Gimnasio o bisturí?
Es indiscutible que estar flaco ayuda a tener una apariencia más juvenil. Por eso muchos maduros no lo dudan y destinan algunas horas de su vida al gimnasio. "Vienen de todas las edades, pero las personas de 35 años para arriba son el grueso de los clientes", dicen desde un gimnasio de Salta e Italia.
"Voy al gimnasio y me compro ropa en muchos locales para jóvenes, pero no me considero dentro del grupo de las pendeviejas. Creo que todo pasa por una cuestión de actitud", se defiende Liliana, de 47 años.
Cuando ya la gimnasia no da los resultados esperados, la solución de muchos es la cirugía estética. Según detallan distintos especialistas de la ciudad, la mayoría llega a los consultorios para hacerse lipoaspiraciones. Y según el médico Guillermo Siemienczuk, "el 92 por ciento de los pacientes son mujeres".
Ellos piden desprenderse de los odiados "salvavidas", es decir, la grasa que sobra en los laterales de la cintura; mientras que ellas se operan las rodillas, la cara externa de los muslos y el abdomen inferior.
"En Rosario, la tendencia al rejuvenecimiento es notoria. Y acá hay que hacer una diferenciación de sexos y de estado civil: las mujeres, más allá de que estén casadas o solteras, en general se preocupan por su aspecto. En cambio, la mayoría de los hombres que adoptan esta onda joven son separados. Y bueno, hay que salir al ruedo de nuevo", remata Gindre.



(Ilustración: Ippoliti)
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