Importantes carreteras tuvieron que ser cerradas al tráfico y se cortó la corriente eléctrica mientras una espesa nube de humo negro cubría Canberra y los bomberos se veían superados por la magnitud de los incendios. El primer ministro australiano John Howard interrumpió sus vacaciones para viajar de Sydney a Canberra y visitar el centro de control de incendios y hablar con algunos de los habitantes afectados.
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