Al menos dos personas murieron y 50 resultaron heridas en los incendios registrados en las afueras de la capital de Australia, Canberra, que hasta anoche habían destruido además 380 casas y dejado sin electricidad a una cuarta parte de la ciudad. Exhaustas multitudes enfrentaban ayer las llamas en el flanco oeste del denominado jardín de la ciudad, en un lucha despareja.
Los bomberos admitieron que las altas temperaturas, la baja humedad y los fuertes vientos dificultan la labor de contener el fuego y tornan imposible defender las propiedades.
"Es un día de una enorme tristeza", dijo consternado el jefe de gabinete del territorio de la capital australiana, John Stanhope. "Es un fuego, una tormenta de fuego, una emergencia de un tamaño que no creo que ninguno de nosotros podría haber imaginado, visto o experimentado aquí en Canberra", añadió.
Más de 2.300 personas fueron obligadas a evacuar sus hogares y enfrentarán una segunda noche en escuelas y otros centros de emergencia. Muchos llegaron a esos lugares con lo que llevaban puesto, después de perder todo cuando las llamas devoraron sus casas.
Residentes del suburbio de Duffy, el más afectado, describieron la situación como "un infierno" y comentaron cómo las bolas de fuego avanzaban por las calles consumiendo a su paso automóviles y edificios. "Había explosiones constantes, los eucaliptos se veían como velas gigantes", comentó uno de ellos.
Los servicios de emergencia admitieron que ante las condiciones absolutamente favorables a los incendios forestales, muchos propietarios deberán enfrentar por sí mismos el fuego, aunque sea con baldes y mangueras de jardín.
A los 350.000 habitantes de Canberra, ubicada a unos 300 kilómetros de Sydney, se les ha ordenado permanecer en sus hogares, llenar de agua diversos recipientes y prepararse por si tienen que hacer frente a las llamas.
Australia está viviendo su peor sequía en una generación, con un 99 por ciento del territorio del sur del país insular afectado por la sequía. (DPA)
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