El juicio oral y público por la masacre de Reconquista, en la cual fueron asesinados tres pescadores en el paraje ribereño El Biguazal, ya tiene fecha tentativa para su inicio. Una vez que finalice la feria judicial de enero y se completen los trámites procesales que aún quedan pendientes, se estima que las audiencias comenzarán en los últimos días de febrero en los tribunales de la ciudad de Vera. Ya se han realizado remodelaciones y ampliaciones en la sala donde se desarrollará el debate.
La investigación judicial del triple crimen llega entonces a una fase decisiva con un solo imputado, Carlos Alberto Cano, un cazador analfabeto que vive en el puerto de Reconquista. Las pruebas reunidas por la pesquisa policial lo sindican como el único autor material de los crímenes sin que se haya avanzado sobre probables cómplices e instigadores.
El juicio tendrá un condimento extra que le agrega controversia al caso: las familias de las víctimas no podrán actuar como querellantes porque no se constituyeron como actores civiles "en tiempo y forma". Por lo tanto, no tendrán ningún tipo de participación y literalmente quedaron afuera del juicio.
Las víctimas del episodio fueron Francisco Meza de 59 años; su hijo Rafael, de 29, y Matías Bustamante de 18. El primer día de 2001 los tres habían salido en bote con la intención de pasar unos días pesca a orillas de un afluente del Paraná. La mañana siguiente, un baqueano que pasaba en canoa frente a la ranchada descubrió la macabra escena con los tres cadáveres desparramados por el lugar, junto a implementos de camping como carpas, un sol de noche aún encendido, una mesita de plástico, taburetes, cañas y líneas de pesca.
Cano, quien siempre aseguró ser inocente, llegará al debate con un procesamiento judicial confirmado en primera instancia. Pero el caso presenta un misterio más que llamativo. Si Cano estuvo realmente implicado en la matanza es poco probable que haya actuado solo: nunca pudo disparar a quemarropa a tres personas adultas, una de las cuales también recibió un tremendo golpe que le fracturó el cráneo.
La pesquisa policial y judicial no avanzó un centímetro en cuanto a los presuntos cómplices del cazador, que por aquella época tenía 19 años y vivía en una zona muy humilde, y mucho menos sobre si hubo algún instigador detrás de ellos. Al principio se pensó que el triple crimen tenía como telón de fondo un escarmiento ejemplificador frente al abigeato y la faena clandestina, delitos muy repetidos por aquella época y que en la actualidad desaparecieron. También es cierto es que no se pudo probar una relación entre los hombres muertos con alguna actividad ilegal.
Pesquisa cuestionada
A Cano lo comprometen una pericia balística, que demostró que un cartucho de escopeta calibre 16 encontrado junto a los cadáveres fue disparado por un arma de su propiedad, y la posesión de un reloj pulsera de Rafael Meza. La instrucción de la causa, primero a cargo de Prefectura Naval y luego de la policía provincial, siempre fue duramente cuestionada por Ricardo Degoumois, el abogado defensor del Cano, y por el representante de las familias de las víctimas.
"Estoy convencido que en este juicio vamos a demostrar que Cano es inocente porque simplemente no estuvo en lugar del triple crimen", manifestó a La Capital Degoumois, quien de paso anticipó que en cuanto se reanude la actividad tribunalicia pedirá la excarcelación de su cliente ya que a mediados de ese mes cumplirá dos años en prisión sin una sentencia firme y ese lapso lo habilita para acceder a ese beneficio.
"Cano estuvo en otro lugar el día y la hora en que ocurrieron los hechos. Tenemos numerosos testimonios que así lo demuestran. Pero lo más grave son las irregularidades burdas en las pruebas que lo incriminan y que fueron incorporadas a la causa por la policía y Prefectura", dijo el abogado. Al respecto, preciso que "el cartucho que fue peritado no estaba mencionado en el acta de inspección ocular del lugar. Apareció después, nadie lo había mencionado".
En cuanto al reloj de Rafael Meza, Degoumois destacó una contradicción entre la propia familia del fallecido. "Primero declararon que era un Seiko y después un Montreal", sostuvo, y remarcó: "Además, Cano denunció que lo habían presionado para que cambiara su primera declaración. Fue cuando dijo que había comprado el reloj en la Fiesta del Surubí y en realidad lo había encontrado tirado en la terminal de ómnibus. Un agente de Investigaciones le dictó lo que tenía que declarar. Eso ocurrió cuando mi cliente era asistido por un defensor oficial".
"Es vergonzoso. Es evidente que quisieron buscar un culpable y forzaron pruebas. Ahora nosotros vamos a tener que probar que Cano es inocente, y no al revés", se lamentó el abogado.