Pedro Squillaci / La Capital
Sergio Denis no para. A los 53 años y con 33 de carrera, es uno de los artistas que más discos vende en el país y tiene un promedio de 150 shows al año, producto de sus giras por todos los rincones de la Argentina. En ese plan de trotamundos llega hoy al Estadio Municipal de Funes, Montevideo y Angelomé, para tocar a las 0.30 en la 7ª Fiesta de la Cerveza. Denis accede al diálogo telefónico con La Capital desde su casa, minutos después de salir a correr por la zona de Puerto Madero, donde vive desde hace cuatro meses. Contesta cada pregunta con todo el tiempo del mundo, puede ser tan reflexivo en temas políticos como risueño cuando cuenta anécdotas de su carrera. "El milagro de mi permanencia es que siempre hice lo que sentí", asegura. Y esa fórmula, con un look aggiornado y con temas siempre vinculados al amor, sigue dándole resultado. -¿Cómo se hace para tener vigencia a más de 30 años de tu primer disco? -Es que no miro para atrás. Yo no me detengo en lo que hice. Cuando me subo a un escenario y cuando vivo mi vida siempre pienso que tengo algo más para dar. Ese espíritu inquieto fue lo que provocó construir una carrera año a año. Y nunca paré de tener discos exitosos. -¿El éxito se tradujo en las ventas de tus discos en toda tu carrera? -Sí, te digo más, los discos más exitosos de mi vida no son los primeros. Porque cuando sacaba mis long plays en los 70 no vendía más que 20.000 ejemplares. Y en el 86, 87 y 88 empecé a vender cifras que hoy sorprenden. Por ejemplo, "Afectos" vendió 420.000 copias e "Imágenes" 330.000, "Un poco loco", del 91, vendió 320.000, y "La vida vale la pena", que salió hace 3 años, vendió 100 mil. -¿Siempre fue el amor el disparador de tus composiciones? -Sí, creo que sí. Siempre hubo referencias a una mujer, a la casa de mi infancia, a mis viejos, a los afectos. A veces a mi país, como cuando hice "Te quiero, Argentina". -¿Nunca temiste que te cataloguen como un artista light, o blando...? -(Interrumpe) Es posible, pero es lo que soy. No puede uno interpretar lo que no se siente capaz de hacer. Nunca pensé en lo que por ahí podían decir de mí. Siempre hice lo que sentí y por ahí es el milagro de los 33 años de permanencia. -Entonces, la autenticidad es lo que pega en la gente. -Pienso que sí, lo importante es sentir que al componer se hace algo que sacude el alma. -¿Te considerás un artista optimista cuando componés? -Sí, es bueno desde nuestro lugar dar un mensaje esperanzador. Porque, finalmente, lo que tenemos que entender cuando nos desesperamos por la realidad que nos toca vivir, es que nada es para siempre, ni lo bueno ni lo malo dura toda la vida. -¿Por qué nunca volcaste temas sociales o políticos en tus canciones, salvo "Argentina te quiero"? -Es cierto, no lo hice, y también me sorprende eso. Pero a veces tengo imágenes lindas. Por ejemplo, en el peor momento del país vi en el medio de la noche sobre la ruta a un hombre trabajando la tierra con su tractor y pensé: Mientras haya un campesino que esté plantando una semilla no está nada perdido. -¿Qué vas a ofrecerle a la gente en el recital de Funes? -Las mejores canciones de toda mi vida: "Vive", "Cada vez que sale el sol", "Te llamo para despedirme", "Un poco loco", "Sobre un vidrio mojado", entre otros. Y el tema nuevo "Te llevo en la sangre", que voy a grabar en mi próximo disco, y confío que será otro éxito. -Haciendo historia, cuando cantabas en plena dictadura ¿no tuviste problemas con el gobierno de facto al convocar tanta gente en conciertos masivos? -En realidad no fueron años exitosos para mí. Pero no tuve persecuciones. Solo me prohibieron un tema: "14 de abril de 1973", que ni siquiera hablaba de un hecho social, sino de la vida de un hombre que se hace preguntas. -¿Tu público son las chicas que te seguían cuando eras un colimba que cantaba "Te llamo para despedirme"? -Sí, y las hijas de aquellas chicas también. Es increíble lo heterogéneo de mi público, que va de los 18 a los 70 años, pero fundamentalmente mujeres. -¿Da ganas de seguir siendo sexy a los 53 años o te ponés en un personaje? -No, nunca jugué con eso. Jamás me vas a ver a mí desnudo en una revista de chismes. Creo que lo atractivo para las mujeres fue mi espontaneidad, más allá de que me mantengo físicamente, pero lo importante es que me cuido. O sea, no hago una vida desordenada, me encanta el aire libre, me gusta la mañana y no vivo de noche. Me gusta ver el amanecer, pero no borracho (risas). -¿Te ves parecido a Sandro, justamente por ser un artista que no vive de noche, que conmueve a su público, y que además pasó la barrera del tiempo? -No, Sandro es Sandro y yo soy yo. Sandro es uno de los ídolos más grandes que tiene este país y para mí es el más grande de todos. Te voy a contar una anécdota que lo pinta de cuerpo entero. Durante años yo tuve alquilado el teatro Coliseo, de Lomas de Zamora, él cantaba allí y nos veíamos seguido. Una noche me había invitado a su casa a comer, después de una función mía en ese teatro. La función empezó más tarde, y recuerdo que en un momento del recital la gente comenzó a alterarse, a reírse, y yo no entendía nada. Me doy vuelta para atrás en medio de un tema, y lo veo a Sandro arriba del escenario, que inmediatamente me saca el micrófono y me dice: "Pibe, apurate que se me están pasando los fideos". Después se subió a su auto y se fue a su casa de Banfield a esperarme.
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