Orlando Verna / La Capital
Quizás en la misma palabra utilizada por los hermanos Borensztein para denominar a su nuevo producto esté la respuesta a las potencialidades artísticas y comerciales de un espectáculo televisivo poblado de delincuentes de cabotaje. "Malandras" es la puesta en escena de un sector clásico de la sociedad argentina que ha aprendido a ganarse el pan de cada día con métodos aprendidos de la mismísima lógica de supervivencia de un país sin respeto por las leyes. Aunque esto no quiera decir que sí se obedezcan reglas propias. Los protagonistas de la nueva tira de Canal 9 no son más ni menos que delincuentes. Sus movimientos son sospechosos y sus negocios turbios. Así, las familias que encabezan Toto Bertolotti (Cruz) y Ordoñez (Ranni) son una extensión de los hábitos de pequeñas corrupciones con los que se manejan los argentinos. La coima, el mangueo, "la mano en la lata", el amiguismo o la basura debajo de la alfombra son sólo algunas de las avivadas cotidianas de estas pampas. La diferencia está en que los Borensztein hacen de ese submundo de parásitos algo común. Esto es, la asociación ilícita está teñida de amistad, la violencia por encargo luce con forma de lealtad y la infidelidad se viste de pasión. Y esa es exactamente la variación mencionada. Los personajes son aceptados en el seno de su pequeña comunidad y se distinguen del resto de la sociedad en la práctica cotidiana de esa alteridad. Por eso hay dos bandos, cada uno con su código, pero ambos integrantes de la misma tragedia. En ese contexto se desarrolla una trama que navega entre el costumbrismo, el grotesco, y la comedia de enredos. Ejemplos. Toto llega a su casa después de estar cuatro años preso y se lo recibe con un almuerzo familiar. Ordoñez es malo hasta el caracú pero se enternece ante la llegada de Anita (Julieta Cardinale). Por último, el Negro, Tony y Julio (Alfredo Castellani, Marcelo Mazzarello y Pablo Cedrón) forman parte de una banda que carga con el peso de la comedia. Todo matizado por una dinámica de policial sin policías, quizás una herencia de "Tiempofinal", no por la temática sino por la estética. Hay una gran reconstrucción de ambientes cotidianos y suburbanos, se utilizan flashbacks monocromáticos para reforzar las escenas claves y se hace un gran anclaje sobre el vestuario que caracteriza a los personajes. Y claro, lo mejor de "Malandras" es el casting. Actores y actrices de mucha experiencia lograron imponer su talento en los primeros capítulos de la telecomedia, despuntando sus personajes en vez de esperar a parecer naturales. En su contra juega un elemento externo. Los 9.6 puntos de rating que hizo el 6 de enero, día del debut, fueron decayendo a 9.2 en esa misma semana y a 8.2, cuando los otros canales pusieron en el aire algunas buenas promesas como "Resistiré", por citar sólo un caso. Aunque la peor de las lides que deberá pelear "Malandras" es la realidad y no la ficción. Cuando una sociedad se ve reflejada en la TV y puede palpar sus miserias, seguramente la primera reacción sea de rechazo. Así como la misma palabra que nombra a la tira se construyó en un submundo hasta que se incorporó "naturalmente" al lenguaje cotidiano, el problema está en reconocer que los "Malandras" de la tira son iguales a los de la calle, en momentos que el hartazgo social puede volver en contra de sus autores a una excelente idea y una mejor producción.
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