El Vaticano dijo ayer que los políticos y votantes católicos tienen el deber de oponerse a la leyes sobre aborto, eutanasia y matrimonios homosexuales, advirtiéndoles que no se escondan detrás de la moralidad moderna de las sociedades democráticas. En una aparente referencia a la clonación, el nuevo documento del Vaticano también dijo que los católicos tenían que estar en guardia con respecto a las leyes sobre "perturbadores avances" en la ciencia que violan la dignidad de la vida humana.
La declaración le apretó las clavijas a las publicaciones católicas, diciendo que éstas tenían que ser más enérgicas y precisas para promover las opiniones católicas sobre la defensa de la vida humana y no presentar opiniones diferentes en nombre del pluralismo.
La posición del Vaticano fue delineada en una nuevo documento llamado "Nota doctrinal sobre algunas preguntas con respecto a la participación de los católicos en la vida política".
El documento, que reafirma las enseñanzas tradicionales de la Iglesia, está dirigido a políticos católicos y a todos los laicos que participan en la vida política.
El documento de 17 páginas dijo que los católicos no podrían reclamar total autonomía de las enseñanzas de la Iglesia en sus opciones morales y no podrían apoyar ciertas leyes en nombre de la tolerancia, el pluralismo y la libertad de decisión.
"La democracia debe estar basada en la verdad y la base sólida de principios éticos no negociables, que son el apuntalamiento de la vida en la sociedad", dijo el documento del departamento doctrinal del Vaticano, la Congregación para la Doctrina de la Fe.
"Aquellos que están directamente involucrados en órganos legislativos tienen una seria y clara obligación de oponerse a cualquier ley que ataque la vida humana. Para ellos, al igual que para cada católico, es imposible promover tales leyes o votar por ellas", dijo.
El documento, aprobado específicamente por el Papa Juan Pablo II, pidió leyes para proteger a la familia, que dijo debían estar "basadas en el matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer, y protegido en su unidad y estabilidad. De ninguna manera otras formas de cohabitación pueden ser colocadas en el mismo nivel del matrimonio, ni pueden recibir reconocimiento legal como tales", agregó.
"Asistimos a ataques legislativos contra la intangibilidad de la vida humana y que no tienen en cuenta las consecuencias sobre la formación de la cultura de los comportamientos sociales para la existencia y el futuro de los pueblos", advirtió el Vaticano.
"Los católicos tienen el derecho y el deber de intervenir en ese proceso, para recordar el sentido profundo de la vida y la responsabilidad que afecta a todos en esa materia", subraya el Vaticano.
El documento recuerda que "en varias ocasiones Juan Pablo II ha pedido a todos aquellos comprometidos directamente con el poder legislativo que tienen la obligación grave y precisa de oponerse a cualquier ley que atente contra la vida humana".
"Para ellos, como para todo católico, existe la imposibilidad de participar en una campaña a su favor, y no es permitido que nadie les apoye mediante su voto", se afirma.
El documento cita como ejemplo las leyes en materia de aborto y eutanasia y las que no respetan el embrión humano.
El documento fue redactado por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, prefecto de la congregación vaticana para la doctrina de la fe.
"Orientaciones ambiguas"
Enumera también una serie de normas "ante la emergencia de orientaciones ambiguas y posiciones impugnables" en lo que respecta sobre todo la defensa de la vida, que hacían "útil una aclaración".
El Vaticano se defendió de toda ingerencia en los asuntos internos de los países y explicó que "ante las exigencias éticas fundamentales a las que no se puede renunciar, los cristianos deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que afecta el bien integral de la persona".
"No le toca a la Iglesia formular soluciones concretas y aún menos soluciones únicas, para asuntos temporales", se insistió.
"Al contrario, cuando la fe y la moral lo exigen, tiene el derecho y el deber de expresar sus juicios morales sobre realidades temporales", precisó.
El cardenal Ratzinger califica de "laicismo intolerante" la actitud de los que ven "en el deber moral de los cristianos de ser coherentes con la propia conciencia una señal para impedirles el derecho de actuar en política conforme a sus convicciones sobre el bien común". (Reuters y AFP)