La risa tiene un poder curativo ampliamente estudiado por los especialistas. Entre otros beneficios, se descubrió que estimula favorablemente el sistema inmunitario y reduce el nivel de hormonas relacionadas con el estrés. Un ataque de risa alivia la tensión, relaja los músculos y provee de un antídoto contra la depresión. Una carcajada logra reducir la presión sanguínea y estimula la liberación de endorfina (químico cerebral que posee un efecto anestésico). Esto, sin contar que también se convierte en un excelente ejercicio físico: obliga a que el diafragma, el tórax, el abdomen, el corazón y los pulmones entren en acción. Cada vez que el ser humano se ríe, la garganta experimenta espasmos que expulsan bocanadas de aire. El cuerpo empieza a liberar adrenalina, la frecuencia cardíaca aumenta, los pulmones liberan dióxido de carbono, los ojos se llenan de lágrimas y los músculos pierden tensión y se relajan. Otra de las ventajas es que actúa como un auténtico analgésico contra el dolor, combate el estrés negativo, rejuvenece y libera del insomnio. La risa como terapia proporciona más salud física, mental, espiritual y potencia la voluntad. Como terapia ya es utilizada en países como Suiza, Estados Unidos, Francia y Canadá, donde algunos hospitales destinan alguna de sus salas al humor.
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