El Cairo/Bagdad. - Si bien los iraquíes abrieron rápidamente todas sus puertas a los inspectores de armas de la ONU y entregaron un informe de varios kilos de peso sobre su arsenal, el jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, sigue sin estar conforme. Una de sus mayores críticas es la incógnita sobre el paradero de miles de cabezas explosivas con gas tóxico, granadas de gas mostaza y ántrax. Bagdad no negó ni confirmó por ahora la existencia de estas armas, sino que dijo que habían sido destruidas. El segundo problema de Blix reside en el pedido estadounidense de interrogar a los científicos iraquíes que hayan participado en los programas armamentistas de Irak. En cuanto al verdadero paradero de las armas de destrucción masiva de Irak, los expertos militares extranjeros tienen tres teorías distintas: fueron destruidas secretamente, están escondidas en Irak o fueran transportadas fuera del país. "Recibimos informaciones según las cuales Saddam hizo destruir al menos una parte de sus armas químicas y biológicas tras los atentados del 11 de septiembre", explicó un experto occidental. "La dirigencia en Bagdad pensó en ese entonces: no tenemos nada que ver con los atentados, pero ahora el tigre (Estados Unidos) está herido y se retorcerá salvajemente, alcanzando en ello también a Irak", agregó. El problema es que los iraquíes no documentaron bien esta destrucción, que tendría que haber realizado la comisión de control de armas de la ONU. De todas formas, nadie quiere descartar -y los iraquíes mucho menos- que Saddam Hussein pueda tener escondidas parte de sus armas químicas en alguna parte de Irak. Muchos iraquíes creen que esconde las armas en las casas privadas de miembros fieles de su partido o incluso en galerías bajo el río Tigris. Los conocedores de Irak creen poco probable que la dirigencia iraquí haya sacado del país las armas de destrucción masiva que no fueron destruidas por los inspectores hasta 1998, o que se las haya dado a alguna organización terrorista. En cuanto al interrogatorio de los científicos, valorado especialmente por el gobierno estadounidense, los inspectores aún no encontraron una solución que deje contentas a todas las partes. Hasta ahora sólo se realizaron este tipo de interrogatorios en Irak, donde siempre estaba presente un "vigilante" de las autoridades iraquíes. Los inspectores no creen poder obtener respuestas sinceras de los científicos de esta forma. Si, por otra parte, trasladan a los científicos fuera del país -por ejemplo a sus cuarteles generales de Chipre- o los interrogan a solas en un lugar más aislado dentro de Irak, los expertos corren el riesgo de ser vigilados por el servicio secreto iraquí -una posibilidad poco agradable en un Estado en el que se practica la tortura. La propuesta estadounidense de sacar a los científicos del país junto a sus familias si dicen algo "interesante", ya que se teme que se tomen represalias contra los parientes, tampoco le gusta a la Comisión de Vigilancia, Verificación e Inspección de la ONU (Unmovic). "No podemos deportar a la gente contra su voluntad", opinó indignado un integrante de la Unmovic. (DPA)
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