Seúl. - El retiro de Corea del Norte del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), consumado ayer, tomó al mundo entero por sorpresa, asestando un golpe más a las esperanzas de que la vía diplomática pueda lograr una solución al conflicto sobre el programa nuclear norcoreano. El país comunista alertó que si recibiera sanciones por su decisión "sería una declaración de guerra". Es casi un hecho que Corea del Norte posee al menos dos armas atómicas y que podría fabricar varias más en los próximos meses. La condena no tardó en llegar, desde Estados Unidos a la Unión Europea, pero el temor es mayúscula en el vecino meridional, Corea del Sur, y también en el cercano Japón. Ambos países quedan ampliamente dentro del alcance de los misiles balísticos del régimen norcoreano. China, único pero poderoso aliado de Pyongyang, se limitó a manifestar su "preocupación".
Con la atención mundial puesta en torno a la evolución del conflicto de Irak, el anuncio de Corea del Norte no podía llegar en peor momento. Con su última decisión, la dirigencia de Pyongyang no sólo desafió a Estados Unidos, cuyas "políticas antagonistas" -según Corea del Norte- crearon una situación seria para la península.
Este paso de Corea del Norte es una amenaza seria para el régimen de control global a que aspira el Tratado de No Proliferación Nuclear. Si los norcoreanos insisten en el desarrollo de sus armas atómicas, otros países signatarios del TNP podrían seguir su mal ejemplo.
Kim Sung Hung, del Instituto para Política Exterior y Seguridad Nacional en Seúl, dijo que, con su negativa a cooperar con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y su salida del TNP, Corea del Norte ha convertido su "cuestión nuclear" en un asunto internacional. Ya no se trata de un conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte. Todo indica que el tema será presentado ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Temor en Seúl
Corea del Sur es la gran decepcionada por la decisión de su hermana comunista. Corea del Norte había aprobado una sugerencia del sur de continuar este mes las conversaciones a alto nivel destinadas a la reconciliación, conversaciones en las que Seúl iba a discutir "la cuestión nuclear".
Incluso el anuncio de Estados Unidos, que esta semana se declaró dispuesto a participar en conversaciones con Corea del Norte para poner fin al programa atómico de este país asiático, fue visto por Seúl como un cambio en la línea dura estadounidense. Previamente Estados Unidos había excluido conversaciones directas en tanto Corea del Norte se atuviera a su programa nuclear no bélico (basado en dos reactores de agua liviana provistos por Washington incapaces de proveer material radiactivo militar).
Para los analistas surcoreanos el anuncio de Corea del Norte de que ponía fin a su participación en el TNP no fue totalmente inesperado. Los norcoreanos habían amenazado ya antes con un paso en este sentido de cara a las crecientes tensiones con Estados Unidos.
Corea del Norte informó en octubre a un enviado especial estadounidense de la reactivación de un programa secreto de armas nucleares, que ya violaba el Tratado de No Proliferación Nuclear, además del acuerdo bilateral de 1994 signado con Washington, por el que este proveía de los dos reactores de agua liviana a cambio del cierre de los reactores de agua pesada (aptos para fabricar plutonio). Las principales especulaciones en Seúl se centran ahora en por qué Pyongyang ha optado por crear mayor controversia. Porque a pesar de que Pyongyang se retiró del TNP muchos analistas creen que Pyongyang, con su "política de alto riesgo", no busca más que obtener concesiones por parte de Estados Unidos.
Apenas el jueves, el norte había hecho una apertura importante, al afirmar que accedería a abandonar su programa nuclear si EEUU reafirmaba un comunicado conjunto del 2000, que declaró que ninguna de las partes tenía intenciones hostiles hacia la otra. Pero pocas horas después Pyongyang anunció su decisión de renunciar al Tratado, en una nueva muestra de la imprevisibilidad del régimen de Kim Jong II, el dictador estalinista del norte.
La comunidad internacional recibió con preocupación la decisión del régimen comunista de Corea del Norte de retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear, aunque existía consenso sobre la necesidad de resolver la crisis por la vía diplomática.
Además de Corea del Sur, EEUU, Japón, la Unión Europea, Francia y Gran Bretaña y China (el aliado más firme y poderoso de Pyongyang) coincidieron en diversos tonos en criticar la decisión de retirarse del TNP y llamaron a revisar la decisión. Londres y París pidieron una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU.
Powell: una "locura"
El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, llamó a Corea del Norte a renunciar a su política "loca", después del anuncio del retiro de Pyongyang del TNP. "Espero que la dirección norcoreana se dé cuenta de la locura de sus acciones", declaró a la salida de una reunión con el director general de la AIEA, Mohamed El Baradei. Este llamó a una reunión de urgencia del organismo que dirige.
Powell subrayó que Washington "dejaría abierta la puerta a la posibilidad de conversaciones" para encontrar una salida pacífica a esta "grave" situación.
En tanto, el gobernador demócrata de Nuevo México, Bill Richardson, mantuvo entrevistas con emisarios norcoreanos. Richardson dijo más tarde, al terminar la ronda, que los norcoreanos no habían dicho nada particularmente nuevo ni interesante, más allá de expresar su voluntad de diálogo.