Brasilia. - Los partidos de centroderecha brasileños están sumidos en difíciles debates sobre la conveniencia de apoyar al nuevo presidente Luiz Inacio Lula da Silva, que no dispone de mayoría en el Parlamento, y los necesita para cumplir sus promesas de reforma y cambio. Después de la ruptura de negociaciones entre el Partido de los Trabajadores (PT, de Lula) y el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), en diciembre, por decisión del presidente brasileño, todavía se desconoce si éste, la mayor formación en el Senado, conseguirá la presidencia de la Cámara alta. El PMDB está fuertemente dividido. División que ha aprovechado el ex presidente (1985-89) y senador José Sarney, que apoyó a Lula en la campaña electoral, para lanzar su candidatura a ese puesto este fin de semana. El PT está en un brete, porque Sarney representa al caudillismo nordestino, tan denostado por el partido de Lula, pero por otro lado cuenta con el apoyo del grupo pemedebista, favorable a Lula. En represalia, la directiva del PMDB amenaza con abandonar el acuerdo alcanzado después de las elecciones de octubre con el PT para dividirse la Cámara y el Senado, por contar con las mayores bancadas. El 1º de febrero deben quedar decididas las presidencias de la Cámara y el Senado. El presidente de la formación, Michel Temer, ha dicho que este acuerdo "pende de un hilo". Para Temer, "no está claro" si el gobierno apoyará a un candidato (oficial) del PMDB, como Renan Calheiros, o a Sarney, que lo ha hecho por su cuenta. "Los sectores que hoy dirigen el PMDB pueden luchar para mantener sus posiciones, pero sin conexiones con el gobierno federal es bastante probable que sean vaciados. En la práctica, la mitad del partido debe adherir al gobierno de Lula", asegura la consultora política Góes & Consultores Asociados. Incluso se ha llegado a barajar que el PT apoye a un candidato del opositor Partido del Frente Liberal (PFL, derecha), que también vive una división interna, para la presidencia del Senado. Algunos políticos prominentes de esta formación, como los senadores Antonio Carlos Magalhaes y la senadora Roseana Sarney, que se sintieron víctimas de persecución política por Fernando Henrique Cardoso, apoyaron a Lula en las elecciones en represalia. En cuanto al Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB, centro), que al igual que el PMDB y el PFL han formado parte de la coalición del gobierno de Cardoso, también está dividido entre los que abogan por una postura opositora agresiva y los que ven en la cooperación con Lula una posibilidad de viabilizar sus administraciones en los estados y futuras candidaturas. Para acabar de complicar las cosas, las reformas que ha propuesto Lula, como la del sistemas de pensiones, la fiscal o la laboral, son las mismas que no pudo llevar a cabo el gobierno de Cardoso, por lo que les resultará difícil oponerse a ellas. (AFP)
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