La Asociación de Amigos del Parque Independencia solicitará hoy una reunión con el ministro de Gobierno de la provincia, Carlos Carranza, para pedirle que instale un puesto policial permanente en el espacio verde. Es que, luego de que el paseo se quedara nuevamente sin seguridad, varios sectores del parque resultaron saqueados en los últimos 15 días. Como saldo desaparecieron, entre otras cosas, la totalidad de los artefactos de las torres de iluminación instaladas sobre Oroño entre Pellegrini y 27 de Febrero, las luminarias de la plaza del Museo Castagnino y cientos de metros de cable subterráneo de la avenida Dante Alighieri. Y esto no es todo, porque a los robos se suma otra serie de hechos de vandalismo que sacaron de circulación las fuentes del Rosedal y del Jardín Francés, exterminaron unas 60 palomas y sustrajeron dos patas con la totalidad de su cría.
Hasta hace 20 días, el parque contaba con una patrulla motorizada que lo recorría durante las 24 horas. Y los sábados y domingos se agregaban dos efectivos a caballo. Pero los efectivos se retiraron cuando el ex ministro de gobierno santafesino Esteban Borgonovo dejó su cargo. "Y al mismo tiempo que se retiró la policía volvieron los robos", advirtió el presidente de la Asociación de Amigos del Parque Independencia, Adrián D'Alessandro.
Mientras tanto, al Independencia le quedan cada vez menos luces. Primero aparecieron sin farolas las torres de iluminación de ambas veredas de bulevar Oroño. Después fue el turno de los 20 proyectores escenográficos que se instalaron bajo los árboles más añosos de Oroño entre Dante Alighieri y Lugones. Y desaparecieron también las 22 farolas y los dos proyectores de la isla sur del laguito.
Así un sector del lago quedó completamente a oscuras, lo mismo que la plaza Intendente Culaciati, aquella que rodea al Museo Castagnino, y la avenida Alighieri después de que, por segunda vez consecutiva, se robaran cientos de metros de cable subterráneo.
Y hay más: hace una semana la Dirección de Parques y Paseos tuvo que renovar el cerramiento y colocar una alarma en el sector del parque donde se guardan los equipos que posibilitan el funcionamiento de las aguas danzantes. La medida no fue sólo por precaución, ya que unos días antes el sereno de la Cooperativa de Botes y Bicicletas Acuáticas tuvo que intervenir dos veces para impedir el robo de estos elementos.
"En materia de robos y vandalismo en el parque podés encontrar lo que busques" ilustró D'Alessandro, y advirtió que si este proceso no se corta "nos quedamos sin nada, porque es imposible reponer las cosas con la misma rapidez con que se depredan".
Y rápidamente hizo números: "De la plaza del Castagnino se robaron 16 proyectores de piso. Rompieron toda la protección metálica que tienen y se los llevaron. Cada uno de estos artefactos cuesta entre 400 y 500 pesos, así que reponerlos a todos nos costará unos 7.200 pesos".
Por esto, desde la entidad decidieron pedir la intervención del ministro de Gobierno de la provincia para que se instale un puesto policial fijo en el parque. "Nosotros ya acondicionamos una casilla que existe en uno de los márgenes del lago y, además, nos ofrecemos a cubrir el gasto del combustible para las motos. Lo único que les pedimos es que dispongan del personal", contó D'Alessandro.
"Impunidad total"
Es que lo que más molesta a los miembros de la asociación que se encarga de parte del mantenimiento del parque es la "impunidad total con que actúan los ladrones. Las columnas de iluminación de bulevar Oroño tienen unos 8 metros de altura. Así que para acceder allí y sacar las farolas tiene que actuar una banda con un hidroelevador o, por lo menos, con escaleras. Además tienen que tener una camioneta. Aun así se llevaron las luminarias de las dos veredas en diez cuadras. No puede ser que nadie los haya visto", sostuvo el titular de la entidad.
Lo mismo pasa con los reflectores de la plaza del museo o los del laguito, donde primero tienen que romper la malla metálica de protección y después desarmar y extraer los artefactos, o con los cableados subterráneos. "Evidentemente no son ladrones comunes, sino una banda organizada que sabe lo que tiene que hacer y cómo hacerlo", disparó D'Alessandro.
Pero para ilustrar cómo el parque muchas veces se vuelve tierra de nadie, sólo basta conocer dos anécdotas: el día siguiente a Navidad la encargada de limpiar el palomar encontró que se habían robado parte del alambrado metálico que sirve de contención a las aves. Y no sólo esto: aparecieron muertas unas 60 palomas, "muchas con quemaduras de cigarrillo en los ojos", recordó la mujer.
Y estos no fueron los únicos animalitos que resultaron dañados. "El viernes pasado unos muchachos cruzaron el lago nadando y se robaron dos patas con la totalidad de sus crías y después nos comentaron que los vieron en la zona del Museo de la Ciudad vendiendo patitos. Imaginate con la impunidad con que se pueden mover que se instalaron a vender lo robado a sólo 200 metros del lugar del hecho", concluyó D'Alessandro.