La apertura al sistema de libre elección de los afiliados -en 1997- tuvo un efecto lento, ya que sólo el 7,5 por ciento del total de afiliados titulares del sistema, y 8,2 por ciento del total de beneficiarios, decidieron cambiar de obra social, según un estudio de Liliana Findling, María Arruñada y Ezequiel Klimovsky. El análisis de la distribución de los migrantes, según datos tomados entre 1999 y 2000, permite inferir una mayor migración de afiliados con salarios elevados. Además se caracterizaron por ser jóvenes, sin grupo familiar a cargo y con una mayor información sobre las opciones. Esa lentitud en el proceso se debió a la falta de un marco regulatorio global, a la fuerte oposición de los gremios a estas medidas y a la escasa organización de las obras sociales para enfrentar la apertura del sistema. Las obras sociales más perjudicadas fueron las entidades grandes (más de 100.000 afiliados), a diferencia de las menores, aunque algunas de ellas usaron como estrategia de supervivencia la suscripción de convenios con empresas de medicina prepagas o con gerenciadoras que ofrecen una red de prestadores. El Programa Médico Obligatorio (PMO) para las obras sociales y las empresas de medicina prepaga está conformado por un paquete básico de prestaciones (prevención, diagnóstico y tratamiento médico y odontológico obligatorio), y ofrece cobertura para atención primaria, atención secundaria y prestaciones complejas. Por otra parte, se intentó fortalecer la red de atención primaria creando centros específicos con la orientación de médicos de familia. El Fondo Solidario de Redistribución (FSR) estableció un mecanismo de compensación automática para las entidades de menor ingreso, reintegrando la diferencia a la obra social en la cual la contribución de sus aportantes no cubría el valor fijado por el PMO, 40 pesos por mes. En la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el proceso de reconversión se inició con un serio recorte en los gastos de administración y de personal, lo que motivó que la entidad enfrentara una migración masiva de afiliados, con grandes pérdidas y una marcada crisis financiera. Las razones que originaron la deserción de afiliados fueron las divergencias ideológicas internas, la presión de empresas metalúrgicas para que sus empleados optasen por entidades privadas, y la disminución progresiva de la calidad de atención de sus prestaciones médicas. Otras entidades sindicales más pequeñas han aumentado el número de afiliados, como el caso de la obra social de los trabajadores de prensa de Rosario, que pasó de tener 1.200 a cinco mil asociados. En el último año el gremio recibió 2.500 solicitudes para adherirse a sus servicios. La dirigencia de la obra social, sin embargo, debió sugerir otras opciones a los postulantes porque "sería necesario una mayor infraestructura para brindar una atención seria", se precisó.
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