No es el asentamiento más peligroso de la ciudad, ni mucho menos el más poblado, sin embargo por su particular fisonomía se ganó el nombre: "Este es el Fuerte Apache rosarino", asegura un vecino de Paraguay al 5000 mientras señala la manzana de enfrente que se extiende entre Lamadrid, Regimiento 11, Paraguay y Presidente Roca. Allí viven unas 300 familias que ocuparon la estructura de un complejo de viviendas que quedó abandonado. Y no sólo tomaron la planta baja y sus tres pisos, sino que también construyeron casillas de chapa y material entre las edificaciones. Y todo pasó tan rápido y tan pronto que los vecinos de Tiro Suizo todavía lo consideran como "una explosión" o "una invasión", según el malestar que les ocasione la proximidad de la villa. La marginalidad es moneda corriente en la zona. Una villa entre vigas y construcciones derruidas. La pobreza se confunde y se mezcla con la delincuencia.
Todo comenzó hace unos seis años cuando muy pocas familias llegaron hasta las torres. Así, con el tiempo, se sumaron vecinos de Las Flores, otros de La Tablada, o de la Sexta quienes ocuparon las viviendas abandonadas del barrio Tiro Suizo. El complejo de monoblocks fue construido por el Sindicato del Calzado, pero nunca fue adjudicado.
"Ya estaba listo, las torres estaban terminadas y hasta tenían puertas y ventanas. Pero después parece que la constructora entró en quiebra y los departamentos quedaron abandonados", recuerdan las familias más viejas del barrio. Así, "primero empezaron a robarse las aberturas y todos los materiales que se podían llevar y, después llegó gente a vivir ahí".
Actualmente, según los censos de las distintas instituciones del barrio, en los monoblocks viven unas 300 familias, algo así como mil personas. "Es un hormiguero, un laberinto", dicen los que conocen el asentamiento. La Capital lo comprobó en una recorrida que realizó por el lugar (ver recuadro). Y quizás por la fisonomía de esta villa de propiedad horizontal o por la precariedad de las casillas que se alzan entre las torres, todos lo llaman Fuerte Apache.
Con todo, el barrio guarda pocas similitudes con su par de Buenos Aires. El complejo Ejército de los Andes del conurbano bonaerense, verdadero nombre de Fuerte Apache, fue construido en Ciudadela Norte en los tiempos del Mundial 78. Allí se alzaron 13 monoblocks de 10 pisos donde actualmente viven 50 mil personas.
La villa puertas adentro
También, y a diferencia de su par bonaerense, en el Fuerte Apache rosarino los servicios son pocos: tanto los monoblocks como las casillas que se formaron a su alrededor están enganchados a la luz y el agua potable surge de dos canillas comunitarias de donde "salen apenas unas gotas". De todas formas, grandes y chicos se las ingenian todas las mañanas para llenar los tanques con los cuales cocinarán y lavarán los platos y la ropa del día.
En cambio la ayuda social sí está más presente. En Presidente Roca al 5000 se levanta el Centro Comunitario Fuerte Apache donde se brinda copa de leche y almuerzo a unas 350 personas. Además hay un roperito y un par de huertas orgánicas. En España y Flamarión hay un Centro Crecer municipal y a pocas cuadras de allí se levanta una cooperativa de trabajo, el Centro de Salud de la vecinal Tiro Suizo, y la Iglesia San Casimiro donde Cáritas también sostiene un comedor comunitario.
Es que, como en la mayoría de los asentamientos de la ciudad, el trabajo es un bien que escasea. Algunos pueden hacer alguna changa, otros tienen carros y caballos y se dedican al cirujeo, o pueden acceder al subsidio para desocupados de 150 Lecops mensuales del plan para Jefes y Jefas de Hogar.
Un robo cada 15 minutos
Para los vecinos que viven más próximo al asentamiento, desde que se formó Fuerte Apache los atracos están a la orden del día. "Acá hay un robo cada quince minutos", aseguran al tiempo que reconocen que los botines nunca son muy abultados: alguna bicicleta, el paragolpes de un vehículo o una billetera escuálida. "Son choros comunes, rateritos. No hay bandas de delincuentes ni reducidores", agregan.
Y la costumbre que sostienen las mujeres del Centro Comunitario Fuerte Apache puede ilustrar cómo se vive en el barrio. "Cuando terminamos de hacer la leche nos llevamos la cocina y la garrafa. Todos los días hacemos lo mismo, porque si no desaparecen", cuentan.
Sin embargo, para el personal de la comisaría 15º Fuerte Apache "no tiene muchos problemas de delincuencia", sino que se ha convertido en el blanco de quejas de todos los vecinos "por problemas de portación de cara. Nada más", aclara uno de los agentes más antiguos de esa dependencia policial. Sin embargo, los habitantes del lugar aseguran tener "a la policía siempre" entre ellos. "Vienen a reprimir", relatan los más reacios y temerosos.
Para quienes viven cerca del asentamiento la disputa no es sólo cuestión de prejuicios. "Puede haber gente que discrimine. Pero también es cierto que nos han robado muchas veces y que los ladrones se esconden en el Fuerte", acota una mujer que lleva 40 años viviendo en Tiro Suizo.
Y después de pedir que no se publique su nombre "para evitar inconvenientes", explica lo que ella considera la "mejor forma de convivencia: "Yo no me meto con ellos. Ni paso por ahí, ni dejo que mis hijos lo hagan. Y así ellos no se meten conmigo". Después se encoge de hombros: "Lo único que espero es que Fuerte Apache no siga creciendo", concluye. Pero, lamentablemente, los pobladores creen que la expansión seguirá y que la pobreza y la marginalidad aumentará. "No quiero imaginar qué pasará cuando crezcan los jóvenes que formarán familias y que ahora están excluidos. No tienen nada, ni educación, ni trabajo, ni un porvenir", remata la mujer.