Fernando Gabrich / La Capital
Sí, cómo no. ¿Te parece a las 11 en el bar del hotel Princesa Sofía?". No hizo falta pasar muchas barreras. Apenas una llamada a su celular fue suficiente para que el hombre diera el ok. Propuso el lugar, refinado y con estilo, para que la charla fuera tranquila. Como sus días en la actualidad. Lejos de los horarios marcados por los entrenamientos y las concentraciones y cerca de su familia. Distantes del ritmo de los partidos y próximos de una vida que en estos momentos le permite disfrutar de "la inactividad", como le gusta decir a él. Juan Antonio Pizzi decidió, luego de su último paso por Villarreal en la temporada pasada, decirle adiós al fútbol. Y eligió Barcelona como el lugar de residencia. La misma ciudad que lo llevó a lo más alto en su carrera profesional. Allí lo encontró Ovacion, en su nueva vida: la de un ex jugador. "Hemos decidido probar un poco como es el ritmo de vida y si nos podemos adaptar a vivir fuera de Argentina, a pesar de que con mi familia ya tenemos bastante tiempo en el exterior. Lo que pasa es que siempre lo hicimos por motivos laborales y es diferente hacerlo por decisión propia. Es algo más duro porque empezás a hacer una nueva vida en un lugar diferente a donde uno nació", afirma Juan con la muletilla castellana metida en su garganta. -¿Decidiste radicarte en Barcelona por la crisis que vive el país? -Más que por la situación que está pasando el país, que es muy grave, uno cuando toma la decisión de cambiar lo hace porque no ve demasiadas perspectivas en cuanto al futuro y ahí pienso directamente en mis hijos. Y la decisión pasa por ahí. Vestido con un jersey de hilo, jeans, una mochila moderna que atraviesa su cuerpo y con el pelo semilargo peinado a su estilo -para atrás y casi engominado-, Pizzi se engancha en la charla. Y la misma lleva a la situación del país. Dice que "hasta que no hayan cambios radicales lo veo muy difícil, estamos dando vueltas siempre sobre lo mismo. Esto no es del año pasado, hace mucho que venimos cuestionando la actuación de los dirigentes pero pasa el tiempo y todos reconocemos que esta mal pero no hay cambios. Siempre se empiezan las luchas y después todo se termina. Porque la misma idiosincracia y la misma sociedad te conduce a lo fácil y a solucionar con parches lo que tienen que ser soluciones más radicales. En el fútbol pasó lo mismo cuando se hizo la huelga". Juan habla mientras un grupo de turistas lo mira, lo reconoce y comenta por lo bajo sobre su presencia. Barcelona trata con cariño a Pizzi. Lo mima con la simpatía de aquellos jugadores que supieron ganarse con sencillez el corazón de la gente. Por eso es un referente de los medios catalanes a la hora de opinar sobre la situación del club azulgrana. "No tengo pensado seguir como periodista pero un poco lo hago para mantenerme en contacto con el ambiente donde me manejé mucho años de mi vida. Es agradable porque siempre se habla de fútbol y del Barcelona y eso seduce a cualquiera", sostiene. Si no fuera porque afirma una y otra vez que desde que decidió dejar de jugar no tocó más una pelota, costaría creerle. Su aspecto físico parece el de un jugador en actividad. Sin embargo la realidad hoy está lejos de los pantalones cortos. "Soy un ex jugador. No tengo ningún tipo de posibilidades de jugar al fútbol". -¿No tenés posibilidades ni tampoco querés tenerlas? -Hoy no siento ganas de jugar. Sí me da nostalgia en momentos específicos, cuando voy a la cancha o veo un partido por TV. Pero no estoy en condiciones y mi mente no está preparada para volverl. -¿Temés pasar al anonimato? -No. No digo que me haya preparado para eso porque nunca lo sentí así, el hecho de ser famoso lo tomo como parte de la profesión y cuando la dejás sabes que dejás todo lo que eso arrastra. -¿Te hubiera gustado decirle adiós al fútbol de otra forma? -Sí, no es algo que me desvele pero sí me hubiese gustado, primero estar en plenitud física y después hacer un tipo de partido de despedida. -¿Y no tenés ganas ahora? -Hoy por hoy no lo he pensado y ya te digo que no estoy ni siquiera en condiciones de jugar un picado. -¿Y de que tenés ganas? -Primero me estoy relajando un poco, disfrutando a pleno de la inactividad. Y mientras tanto manejo varias alternativas, una es que mientras disfruto de mi descanso hago cosas con Ricardo Schlieper y voy viendo la posibilidad de introducirme en el mundo de la representación de futbolistas. También empezaré dentro de 15 días el curso de director técnico. Y como sabrás jugué campeonatos de polo, como pasatiempo claro. Es bastante novedoso, empecé en Argentina y en este tiempo me contacté con un amigo acá y me gusta. Pizzi es el mismo de siempre. Sencillo, como aquel pibe que empezó a conquistar los corazones canallas allá por finales de los 80. Simple como ese muchacho que emigró a México con 22 años y que después cruzó el Atlántico para recalar en Tenerife y convertirse en Pichichi de la liga española. Macanudo como lo llaman los catalanes. Respetuoso como el hombre experimentado que recaló en River, y que después volvió a su casa para consagrarse como ídolo indiscutido hasta emigrar nuevamente a España y decir basta. Juan Antonio, Pizzigol, Juanchi, o como más le guste llamarlo, vive su nueva vida en Barcelona. Pensando en el futuro.
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