El río Paraná registra la crecida más grande de los últimos cuatro años: ayer midió 4,51 metros, cuando el promedio es de 3,50. Desde mayo del 98 -cuando llegó al récord de 6,44 metros- el Paraná venía experimentando un marcado descenso de sus aguas, y el quiebre de esta tendencia se produjo en noviembre pasado hasta alcanzar la altura actual. Para lo que resta de enero, el pronóstico dice que bajará unos 40 centímetros, pero estiman una nueva suba hacia fines de febrero.
Por estos días, los responsables de los balnearios de la costanera tienen trabajo extra, como limpiar los camalotes desparramados en la orilla. Quien decidió ir a tomar sol ayer a la rambla Catalunya o a La Florida se encontró con personal trabajando a toda máquina para quitar la vegetación que viene arrastrando el río desde el norte del país.
"La gente se queja por los camalotes, por el momento los estamos sacando a mano, entre los empleados y los guardavidas. Pero no es suficiente, por eso estamos haciendo gestiones para contratar una empresa que se ocupe de esa tarea", explicó el gerente de La Florida, Héctor Belletti.
Sin embargo, a veces los esfuerzos no alcanzan: "Nosotros los quitamos pero llegan a la orilla en forma constante, hay momentos en que la situación se vuelve incontrolable. Pero por otro lado la gente está contenta porque cuando entra el río en el fondo no hay barro, sino la arena de la playa que tapó el agua", apuntó Belletti.
El por qué de la crecida
La progresiva suba del caudal de agua del río Paraná es producto de las copiosas lluvias que se registraron en el sur de Brasil y el noreste argentino. "En las últimas semanas hubo aportes significativos del río Iguazú y el tramo paraguayo-misionero, lo que produjo una sostenida tendencia ascendente", explicó a La Capital el encargado del área de Modelación Hidrológica del Instituto Nacional del Agua (INA), Juan Borus.
En concreto, la crecida fuerte se registró el pasado 26 de noviembre, cuando el Paraná medía 3,34 metros. A partir de esa fecha, empezó a crecer hasta llegar a los 4,51 actuales (medición de ayer). "Tuvimos cuatro años de aguas bajas, después de que se registró el récord histórico en mayo del 98, cuando el nivel ascendió a los 6,44 metros", detalló Borus.
Desde esa fecha, el Paraná comenzó a atravesar una de sus bajantes más prolongadas. De hecho, a fines de 2001 y principios de 2002 se extendió una bajante que rondó los 1,90 metros.
Sin embargo, en ese entonces el ciclo se vio alterado porque en general los períodos de crecimiento del Paraná se producen en el verano y se mantienen hasta otoño; mientras que las bajas se dan en invierno y se prolongan hasta la primavera.
El ciclo está directamente relacionado con el fenómeno meteorológico, es decir, con el régimen de lluvias de la gran cuenca del Paraná.
Qué dice el pronóstico
El pronóstico sobre cuál será la tendencia del Paraná es alentador en un corto plazo y preocupante a partir de fines de febrero en adelante. Según informó Borus, "en lo que resta de enero el nivel registrará un descenso hasta ubicarse frente a la costa de Rosario en el orden de los 4 o 4,10 metros de altura".
Sin embargo, hacia fines de febrero las aguas comenzarán a subir nuevamente para ubicarse en alturas similares a las actuales; es decir, los 4,50 metros. El coordinador del distrito Paraná Inferior, Enrique Sircelj, aseguró que "el río mantendrá un comportamiento irregular porque el pronóstico meteorológico anuncia que seguirán las lluvias en el sur de Brasil".
Pero eso no es nada comparado con lo que, según prevén, ocurrirá entre mayo y abril de este año. Desde el INA hay una cierta preocupación por lo que pueda suceder en otoño, ya que prevén que el río superará en Rosario los 5,30 metros, lo cual obligaría a implementar el operativo evacuación de los pobladores que viven en las zonas bajas de las islas. "Los valores no van a llegar a los máximos registrados en el 98, casi con seguridad van a ser inferiores a 6,27 metros. Pero es probable que lleguen a los 5,60 metros", estimó Borus.