"Presidente, el candidato tiene que ser usted.", abrió la ronda la voz grave del santiagueño Carlos Juárez. Al veterano caudillo le siguieron enviones similares del jujeño Eduardo Fellner, Felipe Solá, el misionero Carlos Rovira y hasta -dicen- el propio Néstor Kirchner presentes en la noche de Olivos. Eduardo Duhalde hizo casi siempre lo mismo: sonreir, encogerse de hombros y negarse a tomar la posta cuyo primer destinatario fue Carlos Reutemann, por esas horas varado en Sauce Viejo por desperfectos en su aeronave.
Es Duhalde en su laberinto. Tenía casi todo atado para que el candidato presidencial del espacio no menemista armado por él fuera Kirchner, pero en pocas horas, algunos gobernadores y dirigentes del PJ bonaerense le armaron una nueva versión del "operativo clamor", cuyo máximo obstáculo es el mismo que frustró el anterior (a Reutemann): la palabra empeñada.
Ramón Puerta, promovido por algunos en una fórmula presidencial como acompañante de Solá, le dijo a Duhalde: "Sólo seré vice tuyo, de nadie más". Por teléfono, Reutemann le aclaró al presidente que no comparte su idea de no hacer las internas del 23 de febrero. "Tiene que haber elecciones y vos tenés que ser candidato". Ausente el santafesino del asado de Olivos, el presidente se permitió una broma que compartió con sus comensales: "El alemán me dice que no, para no romper su palabra, pero me pide que yo rompa la mía".
El viernes, uno de sus soldados más fieles, José María Díaz Bancalari, echó mano a parte de la historia más cara a los sentimientos peronistas para perforar el no presidencial. Recordó el texto de una carta que el coronel Perón envió a Evita, desde su prisión en la isla Martín García, unos días antes del 17 de octubre de 1945. En su texto le prometía a quien más tarde sería la Abandera de los Humildes que cuando recuperara la libertad se casarían y se irían a vivir al sur. "Si Perón hubiera cumplido su palabra, el peronismo no hubiera existido.", concluyó Díaz Bancalari, salvaguardando equivalencias y circunstancias de la comparación.
Porque si hay un sector que puede hacer tambalear la voluntad de Duhalde de irse el 25 de mayo, ese es el PJ bonaerense, que es su tropa, que ahora le pide que se ponga al frente de la batalla contra su adversario histórico, el ex presidente Carlos Menem. "No se trata, como dicen algunos, de un problema personal: es un problema de proyectos. Menem es la dolarización y la banca off shore; Duhalde tiene que ser el líder alternativo, el jefe del modelo productivo y nacional", resumió ante La Capital un duhaldista histórico que empuja a su jefe al campo de batalla.
Una voz racional
Tal vez la excepción entre los bonaerenses sea el secretario general de la Presidencia, José Pampuro, partidario de que Duhalde honre su palabra, se vaya el 25 de mayo no sin antes bendecir a la fórmula Kirchner-Chiche Duhalde, y apoyarla con todo el poder de convicción de la Presidencia, más todo el peso del aparato bonaerense al que se deberían sumar los de Santa Fe y Córdoba. La abrupta irrupción del nuevo "operativo clamor" y el silencio de Duhalde en las primeras horas, no le cayeron bien a Pampuro y el viernes a la noche hasta corrieron rumores acerca de su renuncia, luego desmentidas.
Pampuro es un duhaldista diferente. Médico de profesión, se formó en colegios ingleses, estudió en Londres y admite haberse psicoanalizado por más de quince años. Simplemente cree que su jefe puede ser el padre de una renovación de dirigentes dentro del PJ, más racional, al estilo Kirchner, Solá o Reutemann, como una superación en fondo y superficie de lo que fue el peronismo durante la era menemista.
Y no es que Díaz Bancalari, Hugo Curto o el veterano Manolo Quindimil, no compartan el objetivo estratégico de Pampuro. Sólo que ellos sostienen que, por el contrario, la única forma de arrebatarle el liderazgo a Menem es ganándole en la cancha, mano a mano, proyecto contra proyecto, voto a voto, pero con Duhalde conduciendo la gran batalla. "Si se retira el 25 de mayo, le allanará el camino a Menem", pronostican.
La ambición, los deseos, los afectos, la oportunidad, amigos y enemigos: todas opciones que rodean a Duhalde en su laberinto.