Sergio Faletto / La Capital
En el terreno del querer todo es posible. Es muy fácil para un chico sentarse a escribir la cartita pidiéndole a los Reyes Magos el mejor regalo. Pero sin dudas que la situación económica de los padres será determinante para complacer o no la solicitud de sus herederos. Es que entre el querer y el poder -refranes al margen- siempre existe una distancia, la que en tiempos de crisis habitualmente se hace insoslayable. Con esta simple línea argumental se puede graficar las grandes dificultades que tendrá Central para obtener los refuerzos que desea y necesita. El entrenador Miguel Angel Russo marcó las prioridades en materia de incorporaciones. La búsqueda está dirigida hacia un volante de creación. En caso de que esto no sea posible, la meta es un zaguero central. Y sin misterios, porque cada camino tiene nombre propio. Mariano Messera, Ezequiel González, Horacio Carbonari, son entre otros los mencionados. A los que se les pueden agregar tantos otros como el imaginario colectivo quiera. Entonces el escenario se torna tan amplio como irreal. Pero hasta ahí todo bien. Porque en el terreno del deseo todo es factible. Hasta que llega el momento de concretar alguno de esos anhelos para no sucumbir en la impotencia. Y la realidad aparece en toda su dimensión y presenta dos preguntas de complicadas respuestas. ¿Cómo? ¿Con qué?. Ahí la fantasía de los Reyes Magos se evapora con la misma velocidad que se derrumban los nombres de los refuerzos pensados. Central deberá pensar la manera económica de cubrir las necesidades del entrenador. Ya se hizo referencia a la escasa trayectoria del arquero Julio Gaona para considerarlo como refuerzo. Pero quizás antes habría que analizar qué tiene el club en ese lugar y qué puede adquirir. Porque el problema no es el qué, sino el cómo. Y para develar ese interrogante se necesita generar recursos. Problema mayúsculo en este contexto económico y financiero. Porque una respuesta sería la venta de algún jugador. Por quienes todavía no existen ofertas. Y en caso de concretarse una transferencia automáticamente se generará otra necesidad futbolística. Por lo que la encrucijada se agiganta. La misión no será fácil. Porque en el fútbol los Reyes Magos son los clubes. Que están como la mayoría de los padres argentinos. Pobres y necesitados.
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