| | Punto de vista: Las dos caras de la crisis
| José Luis Cavazza / La Capital
Hubo para todos los gustos. Desde "Tumberos" que te mostraba que allá en el fondo está la muerte, pero que de nada vale tener miedo, hasta la historia pueril y cómoda de "Son amores", llena de enredos disfrutables a la hora de la cena. Historias tan livianas que si no las atabas a la muñeca se volaban en el próximo segundo e historias tan densas que si no las soltabas en el próximo segundo podían arrastrarte a algún espacio incierto. Atrapados entre la densidad y la ingravidez. Y así en todo. Del disco solista de Vicentico, lleno de imágenes y sonidos de una Argentina devastada, iluminado por una santa de los milagros, hasta el corito etéreo e inofensivo de las Bandana; del "Vengo del placard de otro" de Divididos, con sus villancicos del horror, sus cajitas musicales que traen amores llenándote la cama de arandelas, tachuelas y un rock pisando fuerte como un tractor, hasta el disco debut de esos chicos de cera llamados Mambrú, con sus clisés a medida de esa legión adicta a la cajita feliz McDonald. Del martillazo seco y en blanco y negro de aquella "Bolivia", tan espejo de la xenofobia urbana, o de aquella sencillez sabia de "Lugares comunes", o de esa búsqueda inaudita e crédula de "El bonaerense", hasta a ese melodrama de taquilla fácil y pochoclero llamado "Apasionados". De la TV de media tarde, narcotizante y atrapada entre mediáticos fantoches y mujeres tragando biscochuelos y chismes baratos, hasta la pantalla densa y electrificada de tanto caos social, recetas para salir de la crisis y políticos defenestrados por un par de cámaras indiscretas. Todas imágenes y sonidos de una Argentina en estado crítico, fabricadas desde el mundo del espectáculo y presentadas bajo el eslogan: "Pase y vea lo que usted desea tomar". Siempre le están ofreciendo -sería terrible no saberlo- un nuevo pedazo de usted mismo, aunque sólo sea un nuevo y más barato servicio telefónico. Muchos optaron por la levedad de los peces de colores y algunos decidieron prenderse con uñas y dientes a la densidad de las cosas.
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