Los enormes tanques hollywoodenses arrasaron otra vez, opacando más que nunca el espacio alternativo del propio cine norteamericano. A comienzos del año hubo amagues de que las grandes distribuidoras no iban a estrenar, crisis mediante, en las salas argentinas. La deducción era simple: antes una entrada al cine costaba 7 dólares, ahora 7 devaluados pesos. Es lo que pasó con "El señor de los Anillos", que fue demorada hasta la llegada del Año Nuevo. Después sí los tanques llegaron para quedarse, a pesar de la devaluación. El primero en llegar fue "El Hombre Araña", todo un éxito. Y la lista se engrosó con "Episodio II" (saga de "La guerra de las Galaxias"), "Hombres de Negro II", "Lilo & Stich", "El planeta del tesoro", el culebrón "Infidelidad" y "Harry Potter y la cámara secreta", sobre fines del año. No faltaron los buenos filmes como "Noches blancas", el policial con Al Pacino y Robin Williams dirigido por el realizador de "Memento", Christopher Nolan; "Camino a la perdición", la historia mitad mafiosa y mitad drama familiar de Sam Mendes, con Tom Hanks; el buen thriller futurista de Steven Spielberg "Sentencia previa", interpretado por Tom Cruise, y la comedia "Mi gran casamiento griego", un filme de bajo costo que se convirtió en un megahit en Estados Unidos y también en la Argentina. El cine alternativo estuvo representado por el estreno de "El camino de los sueños", de David Lynch, uno de los filmes del año aunque el público no lo acompañó. Del cine europeo llegaron pocas y buenas películas, pero como de costumbre con poca difusión. A pesar de esto, la película italiana "El último beso" permaneció varios meses en cartel, a partir de una fórmula que compete a la mayoría de los espectadores de cine: el miedo a crecer a los 30 y el miedo a envejecer a los 50. El español Pedro Almodóvar presentó su primer filme post Oscar, "Hable con ella", mientras que "Los lunes al sol", de Fernando León de Aranoa, fue considerada por la crítica una de las grandes películas del año.
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