Sancti Spiritu.- El Gordo tiene tan sólo 13 años pero una pésima imagen en este pueblo. Ya sabía lo que era caer detenido por algunos robos que perpetró, especialmente en casas donde viven ancianos. Ayer, cuando caminaba por las calles semidesiertas y soleadas, la policía lo atrapó otra vez. Le imputan haber asesinado de un garrotazo a una mujer de 82 años en un nuevo atraco que le deparó unos pocos pesos. Junto a él cayó también otro nene: tiene 12 años y ningún antecedente. Pero ante su madre y en la comisaría del pueblo, este menor contó con lujo de detalles lo ocurrido la tarde del lunes, cuando fue testigo directo del homicidio que ahora lo tiene como corresponsable. Ayer, los investigadores no salían del estupor por la edad de los detenidos y el hecho que cometieron. Y el escozor les crecía cuando desde los gabinetes criminalísticos le indicaban que todas las pruebas recogidas en el lugar del asesinato los inculpaban.
Herminia Rabasti era una mujer conocida por todos en esta tranquila población de 3800 habitantes, ubicada a 47 kilómetros al suroeste de Venado Tuerto, sobre la ruta nacional 33. La mujer, de 82 años, vivía sola en una cómoda casa ubicada en Juan B. Justo 157, en el centro del pueblo. Una de sus hijas vive en Rufino, otra en la provincia de Salta y el tercer hijo en Tucumán. Hasta no hace mucho tiempo atendía un local de venta de lanas e hilos en el frente de su vivienda. Pero la edad y la crisis la obligaron a cerrarlo. Aunque le quedaba algún remanente de mercadería que vendía a los vecinos y conocidos. Ese fue el gancho que utilizaron los menores para ingresar a su casa con fines de robarle, y terminaron matándola.
De acuerdo a fuentes policiales, todo ocurrió alrededor de las 14 del lunes. A esa hora, en las calles del pueblo, sólo andaban algunos chicos que se dirigían a la pileta del club. Mezclados entre ellos caminaban el Gordo y su cómplice. Ambos llegaron hasta la casa de doña Herminia cuando la mujer se preparaba para tomar una siesta y golpearon a la puerta. "Queremos comprar algunas lanas para mi mamá", le dijo el pequeño. Y entonces la anciana les franqueó el paso.
Después todo fue tragedia. A las 18.30 una vecina de Herminia vio la puerta de la casa abierta y ante la sorpresa decidió entrar. Estaba todo revuelto, "ropa tirada en el piso, alacenas vaciadas, algunas cosas rotas", dijo un investigador que llegó poco más tarde al lugar. En una silla, con sus brazos colgando y su rostro tapado con un repasador, estaba muerta doña Herminia. De su cabeza manaba abundante sangre pero a la vista no había ningún elemento contundente con el que pudieran haberla golpeado. Lo que sí descubrieron los policías, alertados por la vecina, es que el poco dinero que la mujer podría haber tenido, ya no estaba.
Los vecinos dan las pistas
A partir de ese momento la noticia corrió por Sancti Spiritu rápidamente. Todo el pueblo perdió la calma, se convulsionó. Y muchos vecinos fueron agolpándose frente a la casa de la mujer asesinada. De esa misma gente surgió la primera pista que orientó a los policías. "El Gordo ya robó en cuatro o cinco casas de ancianos, siempre lo apresan y después sale. Tiene 13 años y nadie lo controla. Debe ser él", decían las angustiadas mujeres del pueblo.
Sin embargo, el primero en ser arrestado fue el otro pibe. El de 12 años. Lo atraparon en la calle y lo llevaron junto a su mamá a la comisaría. Tenía algunos pocos pesos en el bolsillo de su pantalón y una mancha de sangre en la zapatilla. "Contó con lujos de detalles todo lo ocurrido y lo culpó al otro chico", confió el vocero. Entonces, los pesquisas fueron hasta el humilde barrio Fonavi en el que vive el Gordo con su mamá y cinco hermanos. Desde allí lo trasladaron a la comisaría y, sabedor del metier, se abstuvo de declarar para hacerlo cuando el juez lo llame.
En tanto, el cuerpo de doña Herminia fue trasladado hasta Venado Tuerto donde le realizaron la autopsia. Allí se comprobó que había muerto como consecuencia de un fuerte golpe en la cabeza asestado, presuntamente, con un palo. Pero ese arma no fue hallada. "Uno de los chicos dijo que lo arrojaron en la laguna que está a la salida del pueblo, pero allí es imposible buscarlo porque hay mil palos", dijeron los investigadores.
Tanto el Gordo como su cómplice estaban alojados anoche en la Dirección de Asuntos Juveniles de Venado Tuerto y a disposición de la jueza de Menores, Alda Olmos, quien seguramente hoy les tomará declaración. Incluso, algunos voceros comentaron que podría disponerse una serie de pericias psiquiátricas a los menores ya que el chico de 12 años padecería un retraso mental.
Anoche, cuando el sol se apagaba sobre Sancti Spiritu, doña Herminia era velada en el mismo pueblo donde pasó toda su vida y cosechó innumerables relaciones. Personas que habitan un pueblo que no sale del asombro por el violento crimen que lo llevó a la tapa de este diario y que, según una vecina, "sabía que en algún momento el Gordo se iba a pasar del límite", más allá de lo que sus 13 años permitiría pensar.