Tel Aviv. - Hasta hace pocos días, la mayoría de las encuestas otorgaba al premier israelí, Ariel Sharon, una amplia victoria en las elecciones parlamentarias del 28 de enero. Pero este triunfo comenzó a peligrar de la noche al día. Informaciones de prensa y revelaciones de políticos sobre "corrupción e irregularidades" en la constitución de la lista de candidatos del Likud a la Knesset (Parlamento israelí) a principios de diciembre, desataron un escándalo que empieza a presionar fuertemente al partido derechista incluso antes del comienzo oficial de la campaña electoral.
Los institutos de opinión ya pronostican a Sharon la pérdida de entre tres y cuatro mandatos tan sólo por el estallido del escándalo. Mientras la oposición, sobre todo el Partido Laborista, ya se está frotando las manos.
El escándalo fue destapado por el diario Haaretz el 8 de diciembre, quien denunció el soborno político efectuado entre los 2.900 delegados del congreso del Likud. Dos días después tomaba la palabra la diputada por este partido Nehama Ronen, quien al igual que el ministro Ruven Rivlin, un estrecho colaborador de Sharon, había quedado relegada a los últimos puestos de la lista, mientras que candidatos completamente desconocidos ocupaban los primeros lugares.
Un puesto a cambio de dólares
Ronen fue la primera en dar públicamente detalles de los intentos de soborno a delegados que aprovecharon la elección de candidatos para mejorar sus ingresos. También el diputado Akiva Nof aseguró haber sido víctima de presiones. Y el candidato a la Knesset Haim Cohen, de Rishon Lezion, admitió públicamente haber recibido una "oferta completa": le aseguraban un buen puesto en la lista del Likud a cambio de 50 dólares por voto. Por su parte, el candidato Nahman Shechter, de Eilat, quedó espantado cuando cuatro "veteranos" miembros del partido le ofrecieron 299 votos a cambio de unos 12.000 dólares. Al ministro de Policía, Uzi Landau, le espetaron: "Tendrás mi voto si amnistías a mi amigo". Dado el cúmulo de acusaciones, la Fiscalía General de Israel ordenó una investigación policial del caso.
La visiblemente aturdida cúpula del Likud calla por el momento. Pero los partidos de oposición gozan de esta inesperada ayuda electoral. El Partido Laborista ya ha pensado su eslogan para la caliente campaña: "Sharon, ¡un paso hacia el mundo del hampa!". El presidente del partido de izquierda Meretz, Yossi Sarid, señaló que en el futuro habrá que dirigirse en el Parlamento con las palabras: "Honorable presidente, honorable mafia".
Los expertos consideran que la culpa de este escándalo la tiene el sistema electoral del Likud. Al contrario que en los demás partidos, que eligen a sus candidatos mediante la votación de todos los miembros de la agrupación, en la organización derechista los eligen unos 2.900 delegados. La manipulación está abierta ya durante la elección de estos delegados. Pero aunque en el Partido Laborista son los 110.000 miembros los que eligen a sus candidatos para ocupar un escaño en la Knesset, también se sospecha que hay irregularidades.
"La corrupción existe tanto en el Likud como en el Partido Laborista", opinó el abogado Eliad Shraga. El representante del independiente "Movimiento para un Gobierno Limpio" cree que las estructuras internas de los dos partidos para las elecciones están llenas de gente que exigen dinero u otra cosa a cambio de su voto. (DPA)