Bogotá. - Los testimonios de 13 menores que hicieron parte de un grupo paramilitar (extrema derecha) en Colombia, evidencian la crueldad con que son entrenados estos niños combatientes, en especial para acostumbrarlos a la muerte, según un dramático informe publicado ayer por el diario El Tiempo. "A mí me dieron una mano del cadáver de un hombre para que me acostumbrara al olor de la muerte. Nos tocaba cargarla en la mochila hasta que se pudriera", señaló uno de los menores, de 17 años, de los que fueron entregados por los paramilitares a las autoridades como gesto de buena voluntad de cara a un eventual proceso de paz.
Otro menor, de la misma edad, señaló que vio a varios de sus compañeros morir en combate. "Eso lo hace a uno más fuerte y lo hace entrenar más para vengarlos", dice. Recordó que el lema dentro de su grupo era que "el entrenamiento debe ser duro para que la guerra sea un descanso".
También dijo que tenían clases donde los adoctrinaban: las "Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) son un grupo político, antisubversivo, que busca la paz del país. Las autodefensas no matan gente inocente, sólo guerrilleros", le decían.
Según testimonió otro de los menores, una vez como castigo le tocó descuartizar a un compañero muerto. "Me temblaban las piernas y las manos. Esa noche me bañé una y otra vez, pero no podía quitarme el olor de la sangre". Los menores fueron acogidos por el estatal Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), entidad encargada del estado de la niñez en Colombia.
En la sede del ICBF, estos menores que han salido de los paramilitares se unen a otros que desertaron de la guerrilla y que por tanto fueron sus enemigos en algún momento.
Obligados a matar
El diario entrevistó igualmente a una joven, próxima a cumplir los 18 años, que perteneció a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Ella relató que alguna vez le encomendaron ir a un pueblo a hacer labor de inteligencia. "Estaba cansada y deserté", relata. Contó que nunca la obligaron a matar, aunque no sabe si mató a alguien. "Uno no ve qué pasa cuando dispara, sólo mira las balas rojas pasar por la cabeza, pero nunca tuve que matar a nadie con un machete".
Un estudio presentado recientemente por la Defensoría del Pueblo, avalado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Niñez y la Infancia (Unicef), precisó que el 85% de los 7.000 menores combatientes que existen en el país ingresó de forma voluntaria a los grupos armados y sólo el 15% es reclutado forzosamente. "Ven en la guerrilla una oportunidad de vida, de tener el estatus, un arma y también de ser valorados", comentó Beatriz Linares, defensora delegada para los Derechos de la Niñez y de la Juventud, al presentar el estudio.
Según la investigación realizada por Unicef y la Defensoría del Pueblo con 100 niños desvinculados del conflicto armado, un 52% de los menores se vincularon a la guerra por atracción a las armas. De los menores consultados en la investigación, el 28% dijo haber matado alguna vez, el 13% que participó en secuestros, el 40% que ha disparado y el 78% contó que dijo haber visto cadáveres mutilados.
En los últimos cuatro años, el ICBF ha atendido a 752 menores desvinculados de grupos alzados en armas. De ellos, 660 fueron capturados los otros 92 desertaron y se entregaron a las autoridades.
En reiteradas ocasiones, Unicef y otros organismos de derechos humanos han pedido a los grupos armados irregulares excluir a los niños del conflicto armado que padece Colombia desde hace cuatro décadas. (AFP)