Año CXXXVI
 Nº 49.694
Rosario,
domingo  15 de
diciembre de 2002
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La contención. Unos 900 chicos comen todos los días gracias a la ayuda social
La solidaridad, la clave en barrio Ludueña
El cura Montaldo, a cargo del comedor, destacó la ayuda que llegó hasta de rosarinos que viven en el exterior

Sin duda la ayuda social brindada por la provincia y la Municipalidad se complementa con la brindada por organizaciones no gubernamentales y la solidaridad de la gente. Este mix se palpa en pleno corazón del barrio Ludueña, más precisamente en el comedor comunitario que está a cargo del padre Edgardo Montaldo. Allí comen casi 900 niños, 200 más que en diciembre del año pasado, y algunos adultos.
"Es increíble, la gente ha hecho de todo. Desde aquél que tiene un paquetito de fideos para traer, hasta quienes se acercan nada más que para compartir y tomar mate con los que menos tienen", detalló el sacerdote.
Y enseguida exhibió anécdotas cargadas de solidaridad: alumnos y maestros de una escuela del centro que produjeron plantines de hortalizas y los usaron en las huertas orgánicas. "Vinieron y compartieron toda una jornada haciendo los trabajos junto a los villeros de la zona, se encontraron dos sectores que generalmente no tienen contacto", destacó Montaldo.
También el correo electrónico y los rosarinos que viven en el exterior aportado lo suyo. Un grupo de odontólogos españoles se puso en contacto con sus pares rosarinos y mandó varios miles de euros que se transformaron rápidamente en leche.
En Italia, residentes argentinos realizan festivales de tango y folclore, con vino y choripán incluidos, y lo que se recauda llega cada 60 días al barrio Ludueña.
El comedor está subvencionado por la provincia. Recibe las raciones que quedaron semicongeladas desde antes de la devaluación, en 68 centavos por persona. "Eso permite lo básico y el resto lo acerca la gente, vienen y preguntan qué necesitamos", explicó Nilda, la cocinera del lugar desde hace 15 años. "En realidad seguimos funcionando gracias a las donaciones, en más de una oportunidad estuvimos a punto de no poder cocinar para los chicos", confesó la ecónoma.
La solidaridad de los rosarinos, agrupados por barrios, por empresas privadas o estatales, o simplemente aquellos que entendieron que es posible brindar una ayuda tejieron una malla de contención de los sectores más desprotegidos.
"El hambre y la necesidad son iguales aquí y en Tucumán, pero es probable que en Rosario tengamos una organización de varios años que ha permitido no llegar a situaciones tan extremas, aunque en cualquier momento se pueden dar", advirtió Montaldo.


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