La retención de mercadería que están haciendo los productores está complicando los márgenes de la industria aceitera y achicando aceleradamente las ventajas que inicialmente le dio la devaluación. A esto se suma la caída en los valores de la harina en el mercado internacional.
Así lo señalan analistas y dirigentes del sector que, en este escenario, no descartan que este año cierre con caídas en las exportaciones de granos y subproductos oleaginosos, sobre todo porque para muchos destinos el tren ya pasó y se acerca la competencia de la cosecha estadounidense.
Los industriales aseguran que la devaluación no trajo los mismos beneficios que para el resto del sector exportador y explican que las ganancias durante este año, salvo algunas excepciones, se mantuvieron en cero o por debajo de esas cifras.
Sin embargo, resaltan los beneficios del factor de empalme (convergencia) implantado durante la gestión del ex ministro Domingo Cavallo en octubre de 2001, que en líneas generales operó como un mecanismo de compensación por el atraso en el tipo de cambio.
"Este fue un año atípico, especialmente por la retención de materia prima que alteró el esquema de comercialización que teníamos", dijo el gerente de la Cámara de la Industria Aceitera de la Argentina (Ciara), Alberto Rodríguez.
Por ese fenómeno, "hubo que sobrepagar la mercadería", dijo el ejecutivo, quien comentó que en algunos momentos de este año los valores del grano -especialmente la soja- estuvieron por encima de los del mercado de Chicago.
Específicamente por la retención, "probablemente este año la Argentina va a exportar -en el total de su producción- menos que el pasado", afirmó Rogelio Pontón, titular de la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario.
En el caso concreto de los subproductos de soja, el especialista estimó que la caída será de entre 2,5 y 3 millones de toneladas respecto de 2001.
Si bien desde 1997 y hasta el año pasado los márgenes netos de la industria aceitera -para las plantas más eficientes- fueron prácticamente nulos, con la llegada del factor de convergencia la situación mejoró para el sector.
De todos modos, el veranito fue pasajero y a comienzos de este año la situación volvió a fojas cero. "En esta campaña en algunos momentos como en el mes de abril hubo un pico donde el margen de la industria levantó bastante, posteriormente se produjo una disminución de las ganancias y hoy estamos a niveles de cero o por debajo de eso", precisó Pontón.
El factor de convergencia instauró una compensación para el sector por el atraso cambiario a través de un dólar diferencial para la exportación.
Con lo cual, la bonanza temporal que tuvo la industria en ese período demuestra que el sector estaba necesitando una suerte de devaluación para hacer más competitivo su negocio.
Mucho más si se tiene en cuenta que los industriales siguen reclamando los 160 millones de dólares que por ese concepto aún les adeuda el Estado argentino y de los cuales aún no tienen noticia (ver aparte).
Aunque los directivos del sector prefieren apuntar a la escasez de mercadería como el factor gravitante al momento de hacer las cuentas y contabilizar pérdidas y ganancias, en rigor la mejora producida durante el mes de abril de ese año se produjo justamente en un período en el cual el porcentaje de retenciones sólo era del 10 por ciento y aún no impactaba sobre los números de la industria el aumento de este gravamen, que dispuso el gobierno el 5 de abril de este año, pasándolo al 20% para granos, aceites y harinas.
Por otra parte, en ese mismo período y por algunos meses más se suscitó una disputa entre el sector exportador/agroindustrial y el gobierno debido a los reclamos oficiales por una irregular liquidación del impuesto a las retenciones.
En ese lapso, se le atribuyó a los exportadores la responsabilidad de retener a los productores el 20 por ciento por ese gravamen y liquidar sólo por la mitad de ese porcentaje al fisco.
Proyecciones ajustadas
A diferencia de los análisis más rigurosos a nivel estadístico, los representantes de la industria aceitera sostienen las mismas previsiones para el año pasado en cuanto a exportación de subproductos. "Este año las curvas se aplanaron", dijo Rodríguez (Ciara). "Antes se concentraba la actividad en dos o tres meses cuando llegaba la cosecha y después bajaba. Este año la curva fue más plana, pero de todos modos, el productor no puede tener guardados sus granos por mucho más tiempo y al final del ciclo todo el grano debería estar pasando por la industria o la exportación", aclaró el directivo de Ciara.
La percepción que tiene el sector es que "todo se va a exportar finalmente, aunque no ya como grano -porque el ciclo para esto está pasando- pero sí como harina o aceite".
El boletín semanal de la Bolsa de Comercio de Rosario fechado el 1º de octubre indicaba que "el margen neto de la industria exportadora sigue siendo relativamente bajo y el sector se encuentra con dos frentes: una relativamente buena demanda por aceite soja que está dejando sus stocks en los niveles más bajos de los últimos cuatro años. Y por otro, una débil demanda por harina proteica, lo que debilita el margen". A esa fecha, las fábricas tenían el stock más alto en harina y pellets de soja que se haya registrado desde 1996, agregaba el informe.
De todos modos, el futuro le presenta algunos desafíos a la industria aceitera argentina. Estos están relacionados directamente con la competencia de países como China o India, que están implementando políticas para fomentar el desarrollo de su propia industria. Pese a eso, para Rodríguez, "esta es una industria muy competitiva y en condiciones razonables tiene excelentes perspectivas,".
Sin embargo, "es una industria que está forzada a trabajar a escala para poder competir", explicó Pontón, porque su materia prima tiene grandes oscilaciones de precio, la demanda es muy inelástica y la oferta muy variable en función de las condiciones climáticas".