Año CXXXVI
 Nº 49.691
Rosario,
sábado  14 de
diciembre de 2002
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Un viernes caluroso, con lucha cuerpo a cuerpo
La semana terminaba y un paro fuerte había sucedido

No se podía decir que aquel día había amanecido como uno más. Era viernes, y el jueves se había cumplido el paro más fuerte contra el gobierno de De la Rúa; había renunciado el viceministro de Economía, Daniel Marx, y el presidente había recibido en Casa Rosada al ex presidente Carlos Menem para lograr apoyo. Coincidieron que no había que devaluar mientras el gobernador Carlos Ruckauf (¿la voz de Duhalde?) los increpaba diciendo que eran "un matrimonio, los padres del modelo".
En Rosario, ese jueves de la víspera, se produjo un hecho de violencia: un gremialista de los canillitas resultó baleado en Córdoba y Alvear por un quiosquero que quería repartir igual los diarios y no plegarse tanto al paro.
Entrado el mediodía, el viernes 14 aparecía pesado, nublado. El frente del súper Azul, cuando los reporteros arribaron, ya mostraba los primeros policías. A medida que crecían los móviles también lo hacían los jóvenes de villas cercanas, en cuero y con la remera atada en la cabeza. Los efectivos, en fila, formaron un cordón; los manifestantes, retenidos por Olavarría, se hicieron desafiantes, empezaron a pujar, a medir la resistencia del cordón, y cual danza tribal improvisada, parecían coordinar el griterío y la fricción de los cuerpos mientras de atrás aparecían angulosas piedras que daban en el centro de la bocacalle.
Nadie quería ceder hasta que se produjeron los disparos, la balacera y las corridas. Muchos periodistas pidieron permiso en las viviendas y los pasillos para guarecerse; los vecinos parecían más tranquilos y decían ya haber vivido la experiencia en el 89 cuando, a una cuadra de allí, se llevaron todo, hasta las computadoras del súper Don Juan.
Un móvil de La Capital fue atacado, rotas las ventanillas y extraído el pasacasete. Se supo luego de un nene de ocho años herido con balas de goma de la policía en tanto los efectivos recogían del pavimento cápsulas calibre 22 y las mostraba como advirtiendo "estas no son nuestras".

Declaraciones enigmáticas
Los minutos pasaban y el ambiente se empeoraba. Si al principio, sobre el mediodía, quienes protestaban mostraban respeto ya después no lo guardaban por nadie.
A las 16, prácticamente a tres y cuatro horas de las noticias iniciales, nadie más que la policía se había hecho presente. ¿Era casual la inercia, la ausencia, el vacío de los funcionarios? Roxana Latorre, entonces secretaria provincial de Promoción Comunitaria, siempre estaba por llegar.
Finalmente lo hizo pasadas las 16 y apenas le acercaron los micrófonos lanzó una frase que por entonces sonó un tanto enigmática: "El país está en las puertas de una asamblea legislativa". Lo repitió varias veces ante la incomprensión de muchos. Los medios nacionales, todos, ya estaban reportando los sucesos de Rosario.


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