En la última Documenta, según explica Basualdo, se intentó revisitar el programa de la muestra nacida poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial para mostrar el progreso occidental en una Alemania dividida. "Se hizo -aclara- desde una perspectiva ya no central, pero se nos filtraba la tensión de lo local y lo global". La decisión fue componer la exposición según dos ejes: el espejo y la enciclopedia. "Borges fue la base de la concepción -reafirma-. Se trató de pensar en una enciclopedia frágil, incompleta, en proceso y que a su vez permitiera reflexionar y reflejar la historia reciente, por lo tanto que fuera documento. Se buscó también pensar en la modernidad no como campo homogéneo, no como proyecto exclusivo europeo, sino como un terreno de problemas que es reformulado desde diferentes situaciones, ese es el sentido histórico de la Documenta y este fue el tipo de operación que intentamos realizar a nivel de posible discurso internacionalista. No abandonamos la idea de modernidad, es decir la posibilidad de construir de un discurso internacionalista, pero intentamos no partir de una idea preestablecida sino de algo que nos permitiese ver de qué se trata cuando se habla de arte moderno en puntos muy distintos".
Como base de la muestra organizaron diferentes plataformas -"experimentos discursivos"- con el intento de buscar distintas maneras de conversar sobre la cuestión. En algunos casos se trató simplemente de paneles o mesas redondas, en otras en discusiones cerradas o pequeños talleres de trabajo. De esta forma la Documenta incluyó cinco plataformas: un primer encuentro a principios del año pasado en Viena, donde en pleno tiempo del ultraderechista Jörg Haider se debatió qué tan democrática era la democracia en Europa, en momentos del resurgimiento de la derecha.
La relación con el Islam
La segunda plataforma se desarrolló poco después en Nueva Delhi y buscó analizar la democracia en los países no occidentales, y la relación con el Islam, mucho antes del atentado a las torres en Nueva York. La tercera, cerrada, se realizó en Santa Lucía, Martinica, a principios de este año y tuvo como eje el tema de la hibridización cultural. La cuarta plataforma tuvo como objetivo llevar a cabo una discusión acerca de los procesos económicos y urbanísticos de cuatro ciudades africanas: Freetown, Johannesburgo, Kinshasa y Lagos. Pero la propuesta en sí era analizar cómo se vivía en las grandes ciudades: con inseguridad, pésimo transporte, todas colapsadas.
La última plataforma fue en Kassel, ya con una convocatoria a 116 artistas y no tuvo una temática específica, aunque las anteriores sirvieron de base para la selección de las obras. "No fue un reflejo de las otras plataformas -advierte Basualdo-, había un ida y vuelta, pero queríamos que tuviera una cierta autonomía lo artístico". Lo difícil, según reconoce, fue convencer a las autoridades de la Documenta de lo importante de realizar cuatro plataformas fuera de la ciudad. "Al consejo directivo -asegura- no le hizo mucha gracia, pero la Documenta tuvo un récord de audiencia, 650 mil visitantes en Kassel, y todo terminó bien".