Ariel Etcheverry / La Capital
Un custodio privado de la aceitera Santa Clara fue acribillado por un delincuente que ingresó al predio y le robó su escopeta tipo Itaka cargada con balas de goma. La víctima recibió tres impactos en las piernas y su vida no corría peligro, pero los médicos de un sanatorio privado trataban de evitar la amputación de un miembro ya que uno de los plomos destruyó venas y arterias. Fuentes policiales atribuyeron el insólito episodio a la tensa situación que se presenta cuando llegan camiones cargados con cereal a la planta y grupos de ladrones intentan abrir las boquillas para robar parte de la carga. Los investigadores no descartaban que el ataque haya sido una venganza ya que es habitual que se produzcan incidentes con disparos al aire para dispersar a presuntos delincuentes. José Luis Poggi tiene 41 años y trabaja para la empresa de seguridad El Centinela, encargada de custodiar el cerco perimetral de la planta aceitera de Uriburu y Francia, en la zona sur de la ciudad. A las 0.40 de ayer, el vigilador se encontraba en un sector del inmenso predio conocido internamente como La calada, que posee un ingreso para camiones por calle Nahuel Huapi. Por ese lugar arriban los rodados cargados con cereal que deben someterse a los controles de rutina. Un vocero de la seccional 18ª, encargada de investigar el caso, consignó que ese sitio es considerado crítico porque allí se verifican gran cantidad de intentos de robo de cereal. Los camiones quedan en una situación de indefensión porque deben circular a baja velocidad y, además, los choferes deben detenerse unos minutos frente al portón mientras presentan las cartas de portes y la documentación requerida antes de ingresar a la planta. Según la policía, esas demoras son aprovechadas por delincuentes comunes de la zona que se acercan hasta los rodados y abren las compuertas para derramar la carga para después llevársela. Los constantes acosos hicieron que la Patito contratara una vigilancia privada más fuerte. Los empleados de El Centinela portan armas de fuego que están cargadas con municiones antitumulto, más conocidas como balas de goma. La madrugada de ayer Poggi estaba en su puesto y al parecer a la hora en que fue atacado la situación era normal. Pero en un momento dado un hombre armado con un revólver o pistola trepó por el alambrado perimetral de la planta y avanzó directamente hacia el vigilador, que estaba a unos cinco metros del cerco. Así y al parecer sin mediar una amenaza, el intruso gritó "te voy a matar" y gatilló varias veces su arma. Tres balas perforaron las piernas de Poggi, mientras que su agresor le arrebataba la Itaka 12.70 y escapaba a toda carrera por el mismo lugar por donde había llegado. Por el tenor de la agresión, un investigador policial estimó que el episodio pudo tratarse de una venganza. Lo más insólito del caso es que el delincuente haya trepado por el alambrado y atacara a su víctima dentro de la propia fábrica. "Los vigiladores están apostados dentro del predio de la fábrica, pero cuando se produce algún intento de robo a un camión por más que está fuera del alambrado, tienen que actuar y dispersar a la gente que pretende llevarse el cereal. No sería extraño que Poggi haya tenido en el paso algún incidente de esas características y que incluso lo hayan amenazado", concluyó la fuente. Según trascendió desde la 18ª, la policía ya cuenta con algunos datos para ubicar al atacante en base al testimonio de un camionero que habría presenciado el hecho. Poggi estaba ayer internado en el sector de terapia intensiva de un sanatorio privado con pronóstico reservado, aunque en las últimas horas tuvo una leve mejoría. Los médicos esperaban la evolución de las heridas causadas en la pierna derecha, cuya fosa ilíaca quedó destrozada y la puso al borde de la amputación.
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