Richard llegó a Argentina con 150.000 dólares, pero invertir en este país es tan riesgoso como jugar a la ruleta rusa, por lo que no se anima a contarle a su esposa cuáles son sus planes.
"Ella me mataría si se entera que estaba pensando en poner dinero en Argentina", dijo Richard, un inglés de 52 años, que pidió que no se publique su apellido. "Es un lugar muy peligroso para estar", agregó. Pero Richard no está solo. Los inversores extranjeros están volviendo a posar tímidamente su mirada en el país, que tras cuatro años de recesión está dando atractivas oportunidades para aquellos valientes dispuestos a asumir riesgos.
Mientras la economía muestra algunas señales de que lo peor ya pasó, muchos extranjeros, desde Brasil hasta Francia, están aprovechando una fuerte depreciación del peso y comprando activos que van desde bienes raíces hasta compañías cerveceras, con muy bajos precios en dólares.
Las recepciones de los hoteles cinco estrellas que antes estaban rodeadas por manifestantes de furiosos, volvieron a sentir el acento extranjero y los susurros de grandes acuerdos comerciales.
Richard planea comprar un campo por debajo de la mitad de lo que costaba un año atrás. "Es sorprendente lo barato que está todo aquí. Por un lado uno tiene miedo de que las cosas empeoren. Pero entonces aparece la codicia", dijo el visitante con una risa nerviosa.
Los potenciales riesgos de invertir en un país donde las multinacionales perdieron miles de millones de dólares en el último año, incluyen el atropello de los derechos de propiedad por parte del gobierno, cesación de pagos, congelamiento de ahorros y férreos controles al envío de dinero al exterior. De hecho, muchos inversores dieron un portazo al tiempo que Argentina se unía a la empresa Enron y al gigante de las telecomunicaciones WorldCom como símbolo de desastre financiero.
"Nosotros advertimos a la gente que Argentina es impredecible, que en los últimos años pasaron cosas increíbles", dijo Martín Caselli, socio de Alfaro & Abogados, un estudio jurídico que asesora a inversores extranjeros. "Pero cada vez más y más gente está tentada por las extraordinarias ganancias", agregó Caselli.
Tras una década de tener su moneda atada al dólar a un tipo de cambio de uno a uno, lo que la convertía en uno de los lugares más caros del mundo para hacer negocios, Argentina pasó a tener un tipo de cambio en el cual un peso equivale ahora alrededor de 28 centavos de dólar. Como consecuencia, el país se vio invadido por modernos buscadores de oro que quieren exportar desde sábanas hechas por indígenas hasta puertas antiguas. "Si la gente aquí aprendiera a exportar, se estarían sentando sobre una montaña de oro", dijo Robert Elding, otro británico que llegó a Buenos Aires hace seis meses para exportar vino a Europa. "Hay que convencerlos de que exportar es una buena idea, pero los números hablan por sí solos", agregó.
Los especialistas señalan que el capital inversor se concentra en activos de bajo riesgo, como el campo, bienes raíces o en compañías orientadas al mercado exportador con ingresos en dólares.
Dos firmas argentinas dedicadas a la construcción de bienes raíces -Irsa y Cresud- sorprendieron a los analistas el mes pasado con una exitosa emisión de bonos en forma conjunta por 150 millones de dólares en un país donde el crédito privado prácticamente no existe.
"Ya nadie aquí es dueño de su tierra, todos trabajan para extranjeros", dijo Roberto Taguet, quien en mayo vendió su campo en el que plantaba maíz a inversores franceses.
El índice Merval de la Bolsa también ha subido en los últimos meses, impulsado mayormente por inversores locales, pero también por algunos fondos del exterior.
Dos de las mayores compañías que aún están en manos locales, el grupo energético Pérez Companc y la cervecera Quilmes, están siendo adquiridas por firmas brasileñas. Aún los bonos argentinos, que el gobierno dejó de pagar en enero, operaron con una leve alza al tiempo que la producción industrial, la recaudación impositiva y una inflación estable dan señales de que la recuperación estaría en el horizonte.
Otra oportunidad
Pero nadie sabe más de los peligros de invertir en Argentina que los tenedores de los más de 95.000 millones de dólares en bonos del Estado cuyo valor real ahora es un misterio. "La gente tiene que darse cuenta que se está en una situación donde casi no hay seguridad jurídica", dijo Hans Humes, gerente en Van Eck Emerging Market Funds en Nueva York, que tiene deuda argentina. "Pero al menos todo el mundo sabe ahora lo riesgosa que es Argentina", agregó Humes.
En el último año, los ahorristas sufrieron el corralito y la pesificación, los contratos de las empresas de servicios públicos han sido rotos, y la Justicia es vista como influenciada por la política. "Argentina ha robado a tanta gente el año pasado y el sistema legal es tan caótico que yo dudaría de invertir aun cuando las ganancias sean enormes", dijo Daniel Tillotson, analista de mercados emergentes de Prudential Securities. "La mayoría de las inversiones son de carácter altamente especulativo", agregó.
El país tiene una triste historia de romper los corazones de los inversores extranjeros . "Nadie va a firmar un contrato por más de un mes, por lo que no hay bases para la inversión", dijo Matthew Beem, un estadounidense que el año pasado intentó sin éxito abrir una firma proveedora de máquinas para tarjetas de crédito. "Estoy seguro de que eso no va a impedir a la gente hacer dinero. Pero mejor que sepan en qué clase de lío se están metiendo", agregó Beem.