-¿Cómo ve el veranito? -Creo que la economía se instaló en una especie de piso con serruchos, con alta volatilidad, pero al menos es un piso. Si lo vemos por sectores de actividad se observa una gran dispersión, con algunos sectores que siguen cayendo y otros ligados a la exportación y a la sustitución de importaciones que están en crecimiento. Lo cierto es que la estabilidad se da en un contexto de restricciones cambiarias y financieras, poniendo límites a los dólares que pueden tener los bancos o comprar las empresas y las obligaciones para liquidar. -¿Qué podría pasar de ahora en más? -Existen algunos puntos que son cruciales porque durante el primer trimestre de 2003 se deberá afrontar la desprogramación de los depósitos y empezará el canje de Cedros, y los ahorristas esperan cobrar. Otro dato es que el crecimiento de los depósitos no tuvo como contrapartida un mayor volumen de crédito, con lo cual se ha generado una especie de burbuja de liquidez que está a la espera. -¿Cómo influye un eventual acuerdo con el FMI? -Del resultado de las negociaciones dependerá que el veranito y la estabilidad se afiancen o vuelvan las turbulencias. Lo que pasa es que este gobierno es de emergencia y tiene problemas para lograr consensos básicos luego de que se produjeron cambios tan profundos. Eso el FMI lo tiene claro, por eso reclama garantías para que se apliquen líneas políticas estables. -¿Qué significaría no llegar a un acuerdo? -Los costos de una ruptura son muy elevados. Espero y confío en que no se va a llegar a eso porque no hay experiencia sobre cómo tratar el default de un país como la Argentina. Este no es un país chico que se arregla con un crédito puente y zafa sin mucho ruido. Para dar un ejemplo, acá va a tener que ir el premier alemán a dar explicaciones a su Congreso. -Algunos plantean: si el país está arrancando, ¿para qué acordar? -Estamos en el alivio del que venía tapando agujeros todos los días y deja de pagar pero ese alivio puede durar hasta que se empiezan a sufrir los costos. Porque se pueden esperar discriminaciones en los precios que les paguen a los exportadores, que se caigan preferencias arancelarias y que productos importados no puedan entrar más. Un escenario de ruptura también es un escenario de fuga y vamos a tener que vivir rodeados de controles. Habrá superávit pero menguarán las exportaciones. No será un escenario fácil de transitar, más allá del alivio inicial. Por eso conviene hacer la de Ulises, atarse al palo mayor y taparse los oídos para no escuchar los cantos de las sirenas.
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